jueves, 14 de octubre de 2010

El Congreso de los Pueblos

Los parlamentarios de la Orinoquia acaban de descubrir que el centralismo existe, Tigre. Creían que eso era cuento de teorías contestatarias, en vez de ser una de las pestes que corroe la unidad nacional del territorio. Ellos, lo palpan ahora de cerca, hasta que los coopten con cargos y contratos para silenciarlos. Tal es el método que se recicla.
Por otra parte, Alcaraván, es claro que se quieren esconder los innumerables delitos contra la administración pública cometidos por el gobierno nacional, como la dolosa distribución de los recursos del Agro, las incontables obras inconclusas, las pirámides financiadoras del referendo, la concentración rentística de la tierra, los asesinatos de autoridades indígenas, el desalojo forzado, los falsos positivos para asesinar jóvenes. Le echan el agua sucia a las regiones, las cuales son víctimas de saqueo continuo. “La corrupción es una característica congénita del capitalismo”, esgrime Libardo García Gallego, porque “la ética utilitarista se ha globalizado”.
Tigre, a ello responde el Congreso de los Pueblos –Bogotá, octubre 9 a 12 de 2010- conformado por organizaciones de indígenas, por delegados de sindicatos de trabajadores, por dirigentes estudiantes y e intelectuales. Sus propuestas avanzan para crear un nuevo orden legal, al tenor de la Constitución Nacional, para excluir la expropiación, para que el Derecho Civil no siga como la proxeneta que permite todos los exabruptos contra la población y con la convicción de reemplazar a la dama de compañía, en que se ha convertido el Congreso Nacional. Surge así, la conveniencia de forjar las Asambleas Constituyentes Territoriales, así como las Provincias, en el marco de la CN de 1991.
El parlamento, Alcaraván, aniquila con las leyes de semilla la posibilidad de la seguridad alimentaria del país. Tales leyes, concluye el Congreso de los Pueblos, son un atentado contra toda la agricultura campesina que es la que alimenta al país y somete a los productores, a la égida de los oligopolios.
Se cree, Tigre, que el fascismo se entierra con Mussolini, Hitler, Franco, pero él permanece vivo. Entre nosotros sus adalides se blindan con programas y columnas de opinión que les dan los medios de la plutocracia. “Colombia es una expresión de ese fascismo clásico europeo”, apunta José Antonio Gutiérrez. Hay expresión precisa en el gobierno Uribe. Las Cortes deberían cumplir con su tarea sancionatoria para evitar esa impunidad.
Los territorios indígenas, Alcaraván, que son entes de hecho y de derecho -artículo 329 de la CN- quedan sometidos al trámite de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial. El Congreso Nacional ha actuado ajeno al interés común, al enyesar tal reivindicación.
Tigre, las comunidades indígenas y campesinas tienen derecho a la “consulta vinculante”, al tratarse de explotaciones mineras o forestales en sus territorios. El fascismo borra el conflicto, mediante la eliminación física de los reclamantes afectados.
La protesta en Casanare ante el raponazo, erige la bandera del País del Orinoco, como única forma de librar a la Orinoquia de la colonia, propuesta que hemos delineado en estas tertulias. Tal es la cornucopia.