lunes, 27 de enero de 2014

El juicio a Petro y a Florentino

Juicio a Petro y a Florentino Alberto Baquero Nariño El Diablo retó a Florentino “en Santa Inés y en la noche más obscura”. Allí montó un tribunal espúreo con áulicos y jueces. Es un sainete artillado de información para direccionar a la opinión. La bilis nutre las acusaciones, mientras Florentino en contrapunteo les hace creer que van ganando; pero la luz atalaya en la aurora. Previamente lo condenaron los pretendidos restauradores de sucios negociados con los servicios públicos y los viudos de la sangre torera que querían la suya. Pero el Diablo huye con Torquemada. Un juez ajeno al tinglado quita la negra cortina y entra el rayo de sol. Entonces el matoneo a ese magistrado se artilla para enturbiar al oponente con argumentos que usan los abogados: que su mujer tiene puesto en el acueducto -así éste no sea del nivel directivo, ni ejecutivo- pero que por lo tanto, está impedido. Pero un alud tutelar favorece a Florentino. Entonces se arremete con furia contra la Tutela. ¿Por qué la plebe tiene derechos? ¡Hay que acabar esa vaina! Los godos azules de Blueradio echan chispas. Durante el juicio, Transmilenio se conectó con Soacha. Los usuarios llegan al centro en media hora, en vez de las tres horas de antes. Los locutores, instruidos por los deudos de los negociados, arremeten contra la gente... -¿Señor, cómo ve esto que se tardó diez años? -Excelente, estamos felices. -Pero... –agrega el locutor- hubo sobrecostos. -¡Locutor, estamos felices, no nos jodan!