lunes, 29 de febrero de 2016

Sábado Santo: ¡A quebrar la olla!

Sábado Santo: ¡A quebrar la olla! 
Alberto Baquero Narino

Para los llaneros, como en otras culturas, hay días sacros en que se enarbolan ritos y ayunos. Veamos: Quebrar la olla desde Arauca hasta el Guárico al fin de la veda, el mes del Ramadán de los árabes, la Natividad Cristiana, el Samhein de los Celtas, el Anasara de los bereberes argelinos y marroquíes. Si se trasciende lo coyuntural, se adquiere valor patrimonial. Son romerías, carnavales, gastronomía, artesanías, pólvora y música. Es el colectivo en explosión de cuerpos y almas, de signos y emblemas ancestrales.

Las culturas sacralizan esos rituales cuyo origen suele ser pagano y convierten una fecha en “fiesta de todos los santos”, o en “la puerta del más allá”, o elevan a remembranza sublime a un período breve, donde priman devoción y abstinencia de licor, de ciertos alimentos o del “juego de la almohada” de los japoneses.

Se ligan fechas con fases de los astros. Con los equinoccios, el primaveral en marzo 21 y el vernal en septiembre 23. También con los solsticios: El de “La puerta de los hombres” y el de verano en junio 21 que los griegos festejan en honor a Apolo y los romanos en culto a Minerva. El solsticio de invierno en diciembre erige “Las hogueras de San Juan” en las costas levantinas de España. En las Fiestas del Sol o Inti-Raymi de los Incas la privación es parte del juego de los apetitos, hasta cuando el astro rey sale y la vida resucita.

Para los católicos en la Semana Mayor se oye un melancólico son a “sotto voce” de tambor y de trompeta. Es el sacrificio del Nazareno con viacrucis, peregrinación, parodia de crucifixión, autoflagelación sangrante. Silencio de campanas. En la procesión se carga el santo sepulcro: Dos pasos adelante, uno atrás. 

La transposición de lo sacro de templos a hogares en época pascual, impone vigilia. En tales días abundan las viandas a base de exóticas carnes de especies silvestres. La dieta incluye peces, tortas y majaretes, un conjunto afrodisíaco que incluye al curito que lo pone duro como para partir mararayes. Pero, vaya contradicción. A la par se promulga una veda irrenunciable a las delicias del amor: ¡En días santos, no se puede “poner el burro en la sombra”!

En el llano –al decir del catire Próspero Amín- la época se priva de bailes y de tragos; se juega furrifurri, baraja española, dominó, ajedrez, parqués. Hay corrillo cerca al fuego, en la cocina. Las mujeres juegan la zaranda y los hombres troya. Con el trompo le tiran a romper los otros y, quien lo parte, se sabe con sorna que existe un pacto para quebrar la olla en el “derriere” del perdedor.

En los caneyes entre machos se juega al azar de cara y sello con la huesa -chocozuela del venao pintado por una cara- y que ponen a rodar. Quien pierde le toca “ponerlo”. Chanza y risa. Hay juegos de adivinanzas, mientras la matraca de madera suena en vez de los tañidos del bronce clerical en medio de la algarabía.  

El símil de la primavera se vincula con el fin del ayuno. Es la “renovación de los fuegos” de la creencia azteca. Son los “humos protectores de los cultivos” en el culto sarahui. Es el cíclico retorno a la animalidad que la mojigatería endilga de pecaminosa.

Esa sacra abstinencia induce, un segundo después de las 12 p.m. del sábado santo, al barajuste cimarronero en sabana abierta del “mocho viejo”, según el recordado llanerazo, mi primo  Rubén Camejo. Antes no se deben tener tentaciones de la carne, porque el deleite de ese insustituible majar de la vida, está prohibido cual manzana de Eva. Pero llega el anhelado instante en que toca ejecutar el ritual para quebrar la olla, porque como manda el padrote Hugo Mantilla Trejos… ¡el caldo se está haciendo tajá! 

jueves, 25 de febrero de 2016

Relatos del caos

Relatos del caos. Alberto Baquero Nariñ
En el Taller de Escritores de Unillanos orientado por Otto Gerardo Salazar en 2016, recordé que los niños de “los años sin cuenta” vivimos los tiempos aciagos de la violencia, reciclada en nuestra juventud y madurez, hasta sufrir los efectos del caos en el nuevo siglo.
Observé que hay relatos latentes que reclaman su momento. Su autenticidad brincará las apetencias de la demanda. Son esos datos y su narración, lo que puede convertirse en memoria, así la trama se cubra de aderezos.
Mi libro “Alcaravanidad: Escabrosa Esperanza, Derechos Humanos en los Llanos 1987” fue quemado bajo el régimen infame del Botracio en el momento del genocidio a la Unión Patriótica. A partir de mi texto inédito “Crónicas de la Violencia en los Llanos”, concluyo que aquel es el único libro analítico sobre las rudas acciones para costreñir las libertades públicas en la región.
El silencio es un velado mandato. Quien escribe lo expulsan,  lo marginan o asesinan. La tenencia de la tierra es el motivo y el perpetrador la plutocracia. Abunda lo descriptivo, hay déficit de lo analítico.  


viernes, 12 de febrero de 2016

Ausencia de líderes

Ausencia de líderes
Alberto Baquero Nariño
Sin ellos el atraso es la impronta colectiva. Suelen suplantarse en la debilidad cómplice del conglomerado con los buscadores de prestigio, sin gestión tangible por el bien común. Detentan disfraz de oveja, pero son lobos que ejercen el poder para enriquecerse y mientras hablan de reconciliacion, se convierten en falsos adalides de la paz que tienen sus inmensas fortunas mal habidas en los paraísos fiscales, o en manos de  testaferros locales que los notarios conocen.
Su ideario es racista, raponero, autoritario, rezandero, perpetrador, centralista, excluyente, clientelista y nepotista. Sin líderes –al decir de Vargas Vila- la vacada seguirá pastando mansamente en la inmensa pradera de la estupidez humana.
Sin líderes la ética se refunde y los asaltantes del fisco cabalgan incólumes con fastuosas mansiones y autos de altísima gama.  El desmedro estético deviene, el talento del cultor se margina y medrar humillado es un nuevo e inducido oficio.