viernes, 30 de abril de 2010

Los votos necesarios de la otra Colombia

La otra Colombia, Alcaraván, está excluida. No vota, pero es más de la mitad. Ella jamás se consulta en las encuestas. No le llegan ni los mediadores de la miseria a quienes los políticos les llaman líderes. La otra Colombia es de los desposeídos, marginados, desplazados; es de los asqueados del fraude, de la manipulación, de la compra de votos, de una democracia con monarquía civil; es de los que intuyen que el que escruta elige y que gana, quien financie el apagón.
Esa mayoría habita el Llano, la Amazonia, el Chocó, las costas, lejanas montañas, espacios sometidos a destructivas y contaminantes explotaciones. Es la ruralidad dejada a su suerte, son las zonas fronterizas, son los tugurios prendidos a peligrosas laderas o riberas, son los territorios indígenas donde asesinan las autoridades ancestrales para aplicar su método feudal de reforma agraria. Esa Patria, Tigre, ha sido depredada por el gamonalato, cercenador de pertenencia e identidad.
La minoría derechista se legitima apenas con el 45% de los votantes potenciales, la mitad de ella suyo el manipulada. La falange siente como legado feudal de continuar en el poder, Tigre. Le importa la ideología de la plutocracia y creen necesario mantener un desigual “statu quo”, que amparan el clero pedófilo y la fuerza, nunca la razón.
Los Verdes, Alcaraván, fortalecidos con el aporte fresco y lúcido de Sergio Fajardo, saben sumar y que su efecto real es la multiplicación incluyente. La gente sabe que con ellos en el poder, se eliminarán las pestes centralistas, asistencialistas y paternalistas, con los que se justifica la llaga de la miseria y la pobreza, el verdadero caldero del conflicto.
La fortaleza fusionada antes de la primera vuelta, Alcaraván, es con liberales de pensamiento, críticos de todos los estratos, creadores e intérpretes del arte y de la literatura, indiferentes reflexivos y militantes de izquierda democrática y gente del común, dolidos de la iniquidad campante. El propósito Nación, genera credibilidad y toca campana al raspachín, al chichipato, al campesino de pancoger, al veguero, al pescador, a la prostituta, al vendedor ambulante, al lichiguero y a la gente de los oficios -mecánicos, carpinteros, electricistas, fontaneros, maestros de obra y toderos- que son útiles porque todo lo arreglan.
La certeza que adquiere ahora el pueblo, Alcaraván, apunta a cambiar burócratas sin ideario, por líderes formados en el saber, como lo hacen nuestras comunidades indígenas –que hemos torpemente despreciado- para salvaguardar la armonía entre sus miembros. Así se puede sanar la ceguera, en nos sumen las improntas coloniales. Tal es el rumbo sano y limpio, Tigre, para borrar la pervivencia de la República Señorial.
La meta para el 30 de mayo, Tigre, es sustituir en el poder a las minorías de la extrema derecha, por la alternativa reflexiva de Mockus-Fajardo. Así, gana el voto decente, sin pactos obscuros y, lejos del transfugismo burocrático, propio e inexorable del oscurantismo.
La respuesta es creciente y el peligro aumenta. La derecha manipula en las registradurías, coloca jurados mendaces, influye con las dádivas de acción social, es experta para manipular las masas miserabilizadas, hace propaganda mefítica porque su esencia es ser mefítica. Pero al parecer, ya el pueblo que todos formamos, conoce que puede cambiar su destino y esa decisión es suya, íntima y libre. Ganará así, la Opción País, con los votos de ésta y, los de la otra Colombia.

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