martes, 22 de enero de 2013

Promesas de recién parida

Alberto Baquero Nariño Luego de los gozosos vienen los dolorosos: Cuentas, alzas y deudas. Tremendo guayabo del que nadie se libra. En el diciembre de este año, voy a cuidar el bolsillo –decimos- pero son promesas de recién parida, porque todos reincidimos. Es sino fatal, porque el único momento en el que podemos aparentar que somos buenos y generosos, damos regalos y sinceros abrazos, es en esos festejos. ¡Tenemos el derecho a sentirnos buenos una vez al año? Sí, porque a diario somos contaminadores, ruines, envidiosos, desleales, cómplices del drama social, porque no nos da pena que existan personas que duermen en el suelo, que despreciamos a quien nos pide algo para mermar el hambre, que los desplazados son reales, que les hacemos loas a los corruptores de menores, que admiramos sin pudor al usurpador del tesoro público. Reconocernos en esos antivalores que endilgamos al otro, sería un hito para que la navidad tenga una tregua más larga, quizá de una o dos horas al día, donde nuestra presencia en la faz de la tierra no sea tan indigna.

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