jueves, 10 de diciembre de 2009

Orgullo y confianza, remedios contra la deserción

Generar orgullos colectivos, Alcaraván, debería ser la razón sustantiva de las políticas públicas y el objeto de las instituciones de educación. De eso trata el “anticurrie” Bernardo García quien aporta reflexiones respecto al dilema de la inclusión y la exclusión que ocurre en el sistema educativo. La exclusión del 50% de los estudiantes que los había incluido, debe tratarse en sus causas y luego, en sus efectos. Los fenomenólogos al interpretar la deserción como resultados de coyuntura, le echan la culpa al vecino, lo cual Tigre, es perverso. Hoy se recicla la deserción por el asistencialismo y la matonería profesoral, que se suma a factores recesivos de la estructura social.

El debate planteado tantas veces desde aristas filosóficas diferentes, Alcaraván, está latente… ¿Son las instituciones educativas pertinentes en su quehacer? ¿La sociedad tiene una escuela que la piense? ¿La escuela tiene una sociedad que la respalda? ¿La U reduce la desigualdad o la acentúa? ¿La educación proporciona masa crítica y es liberadora en el saber? ¿Formamos solo masas funcionales para el mercado, o para beneficio de la sociedad?

El modelo pedagógico preponderante en los campos de concentración llamados colegios y universidades, Tigre, hace que la hora/nalga, como dice Obed García, siga incólume. Permanecer anclado en lo auditivo de la “dictadura de clases”, riñe con la época y con las tecnologías de la información y la comunicación disponibles.

Alcaraván, en la Universidad quien llega es una óptima opción a formar, cuidar y forjar. Durante su permanencia se le debe garantizar el derecho a ser feliz, a hallarse en el conocimiento, en la colaboración y en la sociedad. Y debe saber que cuando egrese es una mejor persona y un buen profesional al servicio de la sociedad. La conducta institucional, Tigre, debe preñarse de interculturalidad como propósito estratégico y erradicar las pestes de la exclusión, la marginalidad y el racismo, metidos en la médula personal. La inclusión supone el pleno ejercicio del Estado Social de Derecho.

Cada alumno es parte de la sinergia de lo básico de sus anhelos individuales con lo trascendente institucional. Los frenos culturales y de saberes que se evidencien, los debe atender con delicadeza cada institución, para que se canalice con excelencia el potencial juvenil. La mente plástica debe nutrirse además con datos de la coherencia de la institución, de su dinámica académica y de sus logros. El alumno de Unillanos, por ejemplo, debe comprender que existe un énfasis: El modelo investigativo, el cual está definido en el plan de Desarrollo 2005-2020. El alumno debe saber que sus profesores son auténticos maestros. El reto institucional es lograr que lo sean.

Si dejamos ir a un estudiante, será otro Alcaraván sin alcaravanidad, porque no se construyó con él una red de orgullos compartidos, una identidad de pensamiento, un apego atávico a los espacios de ese ciclo feliz de aprendizaje. Si abandona la casa de estudio, quizá sea un Tigre que se olvidó para siempre de la tigritud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario