jueves, 18 de noviembre de 2010

TARAS Y BARAHÚNDAS EUROPEAS

Alcaraván… ¿por qué ocurre la protesta violenta en Francia, por subir de 60 a 62 años la edad de jubilación? Aquí la ajustan en 2003 mediante la Ley 797, sin advertir el ruin trasfondo. En Francia es evidente la incapacidad para ofrecer puestos de trabajo y por eso la aplazan dos años. Privatizar los fondos pensionales y saquear a los entes públicos de la protección social, entre ellos los entes de seguro social, al parecer no da buen resultado. El enorme gasto en la guerra, merma la capacidad del Estado para generar trabajo.
Tigre, “El Paro” ronda en varios países de Europa, el veinte por ciento. Se palpa un peligroso repudio contra latinos, africanos y asiáticos, que presionan por puestos de trabajo, así sean los más bajos. El odio larvado por el eurocentrismo desemboca en exterminio selectivo, silencioso y constante, como incendio de edificios, hundimiento de barcos y masacres de sudacas, africanos y turcos. Hay que sentir el desprecio en los consulados españoles.
El asunto no se queda en la protesta pública y violenta. De hecho, la práctica de la eutanasia está a la orden del día en hospitales, hospicios y ancianatos, solo que se ejecuta silenciosamente en contubernio colectivo. Todo lo que le impida a los gobiernos europeos abrir puestos de trabajo, hay que eliminarlo. Empujar a un anciano pensionado y sin herederos, desde un quinto piso, es usual. Su calavera reventada que califican de suicidio, es abrir cuatro puestos de trabajo. Los franceses y españoles tienen PHD en ello.
Las europeas, Tigre, que en su juventud evitaron los hijos, los empiezan a desearlos con morbosa ansiedad cuando tienen más de cuarenta. El efecto es una cosecha de niños discapacitados, que le toca costear al Estado durante toda la vida. La solución nazi que está en marcha, es colocarlos en un bus, enviarlos a una excursión y cortar los frenos para eliminarlos.
Alcaraván, otro motivo de la presión laboral y de la xenofobia, es que en los inmigrantes, los nacimientos son cuatro veces más que en la sociedad mayoritaria, diseñada para excluir, aún a los de segunda o tercera generación, nacidos en el país de residencia. La otrora invasora Europa es ahora invadida por herederos de sus víctimas.
Tigre, las taras raciales, religiosas, geográficas y culturales que generan los horrendos holocaustos, el judío a manos de los alemanes, el de irlandeses a manos de ingleses y el de bosnios, hercegovinos y kosovares, a manos de los servios, están latentes en su reciclada infamia inquisidora.
Alcaraván, la gerontocracia –gobierno de ancianos decrépitos- se impuso en Austria desde hace varias décadas, donde la perversidad contra los grupos etáreos diferentes, es ya tradicional. Este desequilibrio se extiende como peste. En Europa reina la decrepitud y cada día son más escasos los niños.
Los europeos, Tigre, toman mano de obra barata y sexo, cuando importan a una ingenua latina. Los adoptantes, no desean hijos sino coimes. Soslayar su legado es tan necio, como creer que allí es el Edén. Tal es la senectud europea, inepta para generar trabajo sin recortar derechos colectivos, seca de vientre para la vida.

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