martes, 3 de noviembre de 2009

De la Razón Segunda y la América Primera

La yuxtaposición de Occidente llega al Tercer Milenio, indica el Alcaraván. El drama lo impulsa la obsecuencia mental de América, que se encadena en la prisión feudal, pese a todos los signos de su verdad y saberes milenarios. Somos tierra de liberación de europeos, como enseña Germán Arciniegas, pero, sin emanciparnos y sin ser nosotros mismos. En la sumisión, interviene el Tigre, nos endilgamos un sino como la razón segunda, mera nostalgia de colonia. Así el derecho a erradicar las taras es exclusivo de la razón primera, la de Europa, devela el venezolano J.M. Briceño Guerrero en “El laberinto de los tres minotauros”. Esa anacronía entre sometimiento y liberación genera embates de atrocidades intestinas.

El ideario virreinal subsiste, crea espejismos. La masa miserabilizada, vota por sus verdugos al calor de promesas y de dádivas, desgaja el Alcaraván. La procesión con crucifixiones y azotes reproduce el horror de torturas y hogueras, con relatos falaces sobre la redención después de la muerte.

El régimen se reproduce, agrega el Tigre, con los aparatos ideológicos del Estado, entre ellos la Universidad Confesional. Es estigma trasvasado al presente ante el fracaso de las guerras de independencia, enseña Antonio García. La sumisión se torna en adopciones eurocentristas, tercia el Alcaraván. El esclavo actual es incapaz de hallar opciones liberadoras, porque desdeña el saber ancestral donde pululan.

La autonomía mental esgrime una postura dialéctica contra imposturas feudales, aporta el Tigre. Implica interpretar la metamorfosis y la des-identidad, aspectos causados al decir de mexicano Roger Bartra Muria,.. “por la asincronía que la región ha vivido entre sus ritmos de transición demográfica y sus ritmos de modernización productiva”.

En la invasión las etnias huyen o se mimetizan, difunde el Alcaraván. Lo ancestral hace que en la fusión demográfica, América habite en Europa y viceversa. Y, mientras lo dominante deja improntas, lo dominado permea en razas nuevas y sufre la amenaza global de cada era. El caos global de ésta, suma el felino, transita deliberadamente -dadas las evidencias científicas- hacia la destrucción de los ecosistemas del planeta.

La Europa Segunda es generadora de rupturas en las matrices de génesis africanas, asiáticas o americanas, e inducen allí odios fratricidas raciales, geográficos, étnicos y religiosos, pulsa el Alcaraván. América Primera es liberadora y detenta su Razón Primera, capaz de ser ella misma. Tenemos sabios de la humanidad, bosques primarios, páramos, aguas dulces y limpias, biodiversidad y “gente que no se cansa de hacerle jugarretas a la vida, a la patria y al mundo”, al decir de Manuel Zapata. La Nación, ruge el Tigre, se halla amenazada por el delirante apego al lucro individual de la plutocracia y se debe alzar una talanquera inmersa en la Razón de la América Primera.

Rememoran mustios en medio de un chubasco de octubre al atardecer, un verso del trochador errabundo… “Miro con asombros/ urbes alienantes/ y siento de lejos/ un dolor lacerante”.

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