lunes, 23 de noviembre de 2009

El uso y el abuso de los indicadores

Para planificar la gestión pública o privada, los indicadores son herramientas para medir eficacia, eficiencia y efectividad, frente a las metas trazadas. Por ello todo indicador, toda meta y toda línea de base o punto de partida, requieren construirse con métodos adecuados y rigor, para que esas bases y esos puntos de llegada, sean aquellos a los que es posible llegar con lo que se tiene y no con aquello que podríamos o desearíamos tener. Muchos indicadores se elaboran desde contextos diferentes, con información deficiente o con intenciones torvas.

La réplica de patio trasero que USA tiene en los países su órbita geoestratégica, ocurre en las regiones frente a la mirada avariciosa de la cúpula centralista. Por eso Alcaraván, el Informe Nacional de Competitividad que hace el Índice de Calidad de Vida coloca a Medellín, a Bogotá, a Manizales y a Bucaramanga a la cabeza de la satisfacción colectiva. Hay un Índice de la Felicidad, según el cual somos más felices en Colombia que en los paraísos del consumo en masa. Esa es una ilusión masoquista que nos vende la plutocracia internacional. ¿Cómo el colombiano es tan feliz si el 70% de su población sufre hambre y miseria?

El Índice de Calidad de Vida, deduce que en esas ciudades no hay marginalización sino inclusión, que allá hay trabajo para todos ni tugurios, ni zonas marginales, ciudad Bolívar y las Comunas están en otras partes, los centenares de asesinatos, secuestros y extorsiones diarias jamás ocurren allá y que por supuesto, nadie se quiere ir de allá, dada su excelente calidad de vida, que motiva a que las bandas de asesinos se peleen palmo a palmo cada barriada.

El uso ramplón de los indicadores, Tigre, echa en un mismo costal a realidades diferentes para compararlas. Su resultado arroja una información errática que luego interpretan como si ella fuese certera. Los indicadores del sistema de Educación Superior SUE, que comparan realidades estructurales, históricas y evolutivas diferentes, con el fin de hacer una distribución de los recursos, se demanda por el Rector de la Nacional. Del fallo favorable de la Corte Constitucional se deduce la competencia autónoma de la planeación y de las finanzas de las Universidades y que los indicadores son útiles solo, para que cada institución se compare desde su propio umbral, según sea su trayectoria, su estructura y el grado de complejidad que posea.

En Bogotá hay laderas donde se hacinan millones de personas, las cuales según el IDU están pavimentadas para la felicidad Bogotana. La gente sabe que es falso porque las calles siguen destapadas. A los basureros o a las “Villa Tinas” en Medellín, o a los inquilinatos manizalitas que se deslizan hacia Villa María, o las cárcavas de Bucaramanga. Por esos lares el dinero se esfuma.

Se es conciente que la ciudad capital del Meta anda a la zaga por la presión demográfica y el auge de la economía; que estamos lejos de priorizar el crecimiento armonioso, prestar buenos servicios públicos, alzar la autonomía territorial para frenar la voracidad del centralismo y que la ocupación territorial está llena de conflictos de uso y manejo.

No obstante nos preguntamos… ¿Qué factor hace a este territorio atractivo para que la gente de esas urbes calidosas y plenas de felicidad, salgan de allá corriendo hacia la hylea amazónica y la esteparia orinocense? La visión exógena que enloda, debería frenar la avalancha que genera grandes problemas en nuestros asentamientos y barrios.

¿Cómo es eso Alcaraván, que el Índice de transparencia le otorgue ocho sobre diez a USA cuando su corrupta dirigencia quiebra a su país y causa recesión al mundo, que tiene un ejército invasor y famosos auditores son capturados por llevar doble y triple contabilidad? Una encuesta sobre Estados Unidos, echa sin interés político, les pondría un dos sobre diez. Lo de Venezuela su dos sobre diez, es lo justo: Allá nadie trabaja y cada PTJ pesa 300 kilogramos y es un cobarde matón ávido de robar al vecino.

Igual ocurre con los Indicadores de los Objetivos del Milenio ODM que miden agencias como el PNUD, por los cuales sus agentes justifican su permanencia. Si hay indicadores buenos, entonces se les agota la minita. ¿En un país con estructuras enfeudadas, con una plutocracia furibunda que defiende a capa y espada a concentración de la riqueza y el ingreso para el cinco por ciento de la población, cuál meta se puede cumplir, si además los recursos, el patrimonio y los servicios públicos público los privatizan o se inventan negociados como el RUN?

No hay comentarios:

Publicar un comentario