lunes, 8 de marzo de 2010

Efemérides del grito de independencia

La convocatoria sobre el Bicentenario, Alcaraván, que revive la importancia de la historia, tiene que servir para impulsar un cambio en su didáctica, método y sustancia. Muchos historiadores, Tigre, han erigido un mito sobre la Independencia que se iza patrioteramente, ocultando la traición al sustrato reivindicatorio.
Los grandes sucesos como a los hombres célebres, Alcaraván, es urgente quitarles el ropaje de la leyenda. Es el caso de los libertadores, que en esa sublimación quedan al margen el Memorial de los Comuneros, Los Derechos del Hombre, las Capitulaciones del Puente del Común y el Memorial de Agravios, en los que se pedía abolir la esclavitud, que los bienes de manos muertas fueran a las familias y no al clero, que se diera apoyo a los artesanos, que se rebajaran los impuestos al tabaco y al aguardiente, que las provincias tuvieran autonomía, que hubiera oportunidad de poseer tierra para cultivar.
Es raro Alcaraván, el trato excluyente de los Llanos durante la República, pese a la decisiva participación de los llaneros en los ejércitos formados por Santander y liderados por Bolívar. La historia que se enseña, suplanta realidades y divide a los países con ancestros y cultura comunes. Incluso, se inculca en las escuelas y se refuerza en los medios castrenses y previene los mandatarios contra los pueblos de vecindad, como ocurre en las cruentas guerras africanas.
¿Recuerdas Tigre el debate del IV Simposio de 1995 en San Martín, entre las Academias de Historia que defendían la Cátedra de Historia en el currículo de la educación y los profesores de sociales, que esgrimían la necesidad de abolirla, con el argumento que los contenidos y pedagogía daban información falsa y amañada? Publicar y enseñar versiones ajenas a la verdad histórica, niega la autenticidad de los hechos.
La plutocracia instaura la monarquía civil con la heredad filial del poder, Alcaraván, lo cual niega el ideario independentista. Es la expresión criolla de la Corona, el cual se inicia en la costa, se extiende por todas partes llega a los Llanos, donde el precursor en los cincuentas es “Tartajas” y al final de los ochentas “El Botracio”.
El amo criollo en vez del amo chapetón, Tigre, traslapa a la República todas las instituciones y Leyes coloniales, de la mano de verdugos nostálgicos de su progenitor español, que los trataba como parias. El criollo empoderado es cruel con el gentío materno y con el indio, el negro, el mulato y el mestizo, lo cual genera estratificación, marginalización, racismo, exclusión.
El Libertador cuya imagen es más literaria que histórica, más mitológica que humana, Alcaraván, hay que verla en su época. Los mantuanos de Caracas, deseaban la independencia, pero amaban a la Corona. Esa confusión sobre la esencia de la Independencia y la transformación buscada en beneficio de los habitantes, es el germen de la guerra intestina.
A partir de la Constitución Boliviana, que planteaba entronizar a Simón Bolívar como Rey, Tigre, queda perdido el impacto de la independencia. La República entonces se siembra sobre peligrosas arenas movedizas. El líder dilapida así la esencialidad de la lucha y refunde el significado histórico de la emancipación. La Nación se fractura entre los partidarios de la Colonia que son centralistas y los que anhelan las reivindicaciones independentistas que deciden conformar una República Unitaria, dividida Estados Soberanos, uno de ellos el de Cundinamarca, que anexa el territorio del Meta en 1819.

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