La gente de frontera llanera, Tigre, como el indio, comparte un solo territorio en dos patrias por donde transita y lucha. Es la impronta de abuelos inmersos en una totalidad, así hubiesen llegado desde rincones extraños y lejanos. Ellos, se volvieron llaneros para llamarse musiús. Se asumen en ciclos recurrentes de las dinámicas que van del sosiego bucólico a la anarquía, de la prosperidad magra a la incertidumbre cotidiana, de los amables circuitos aldeanos a la expoliación, en medio de convulsiones cambiantes donde se refunde la faz y el alma de la gente. Los fantasmas de tanto volver a morir, a veces huyen a otros lados sin dejar recuerdos ni nostalgias, derruyendo las esperanzas.
El llano, Alcaraván, incluye a quien en él se posa con sus hambres desde la primera generación, lo moldea, forja descendencias a imagen y semejanza de una cultura relancina en torno al mensaje telúrico del joropo. Es en su territorio donde se imponen improntas y se hunden tatuajes indelebles en el alma. A cada quien impregna de Tigritud, al decir del africano Soyinca, que es el salto sagaz y rotundo a la pertenencia, en un viaje para lograr colectivamente la alcaravanidad, que significa un modo de ser que sueña con las grandes utopías del género humano.
Coexisten en el llano, Tigre, ancestros aborígenes cuya patria es el llano sin fronteras, con futuro en las raíces del ayer trasmitidas fielmente por la tradición oral, con presente en el ahora. Tienen como postulado de supervivencia “la resistencia cultural milenaria”, que les permite otear el horizonte desde distancias intemporales, para defenderse de la maldad de sus hermanos menores, que hasta 1970 los asesina con impunidad plena.
Su saber, Alcaraván, es marginado por la sociedad mayoritaria que ignora la armonía que practican entre los derechos del bien común y los del bien particular. Su concepción del tiempo en un presente continuo, no se comprende porque el pasado es mucho más que un ayer intrascendente y el mañana es el ahora donde caminamos. Su orientación es extraña, porque marchan con el curso de ríos de oriente a occidente, en vez de sur a norte.
Los indios, Tigre, son emblema de convivencia con la naturaleza. No les afana tener hoy de todo, porque marchan con el ciclo de las cosechas, en el ciclo recolector; donde hay cosecha de mangos, comen mangos; si hay abundancia de peces, comen peces; al llegar las lluvias comen merecure; la yuca espera su tiempo.
A manera de una hipótesis, Alcaraván, sembremos la duda: Lo tradicional mestizo decae. Los modelos europeos de colonización y de acumulación perdieron su oportunidad: Son generadores de miseria que se catapulta en la globalización. La identidad se refunde, su defensa es la tigritud.
Lo global-local, Tigre, es alternativa con capital vivo. Lo ancestral indígena existe y debe ir al poder, mediante un proceso de empoderamiento progresivo. Sin tigritud y sin cornucopia global-local, somos esclavos. Hay que ganar el poder civilmente y por vía de una nueva constitución. Es indispensable para refundar el Estado. Ya es hora de salir de la colonia.
miércoles, 23 de febrero de 2011
Del fogón comunitario al olvido
Toda receta, Tigre, la puede preparar cualquier persona. Pero, el secreto del sabor se halla en la secuencia del proceso, en los tiempos de hervida o de fritura, en la dosis o clase de aliño y en la porción que se sirve, en el cual cada quien tiene su estilo. De nada sirve un plato adornado, si la esencia del gusto es frágil.
Cuenta el diseñador Juan Carlos Ayala, Alcaraván, sobre el concurso entre un prestigioso jefe de cocina y una reconocida matrona campesina alabada por sus parroquianos. Se trata de preparar un plato igual, con los mismos ingredientes disponibles, ambos con idéntica cantidad de cada uno y con tiempo exacto para sacar el producto. El resultado del plato servido y degustado, fue cuatro a uno a favor de la campesina. ¿Cuál es la explicación?
Se especuló por parte del jurado, Tigre, que un buen resultado depende de la secuencia de preparación o de cocción, sobre el turno para colocarle uno u otro ingrediente, sobre la forma como se echan aliños con la mano o con cuchara. Tal razón poco convence.
No obstante, Alcaraván, llegaron a una conclusión empírica: Los sudores de la matrona que caen en la olla, colocan un aliño natural, que mejora los sabores. Tal conclusión, parece traída de los cabellos. En ese sentido hay chistes, como el de las moscas caqueceñas de otrora, o del particular aliño, que le dan las uñas que rascan partes pubendas.
Tigre, la exquisitez del fogón criollo, radica en que en la cocina, aún existen llaneras y llaneros con raigambre, identidad, sapiencia y amor por sus raíces, que vuelcan en la preparación de cada plato, para hacerlo mejor y más gustoso, aún para el más exquisito y exigente paladar. No es lo mismo preparar hayacas con todos los detalles propios, que hacerlas para un consumo urbano, incapaz de diferenciarla de un tamal repleto de masa.
Tan bella e importante profesión para la vida, Alcaraván, sin embargo, es desdeñada en la sociedad de consumo, donde no se come para vivir sino se vive para comer. En fin, es un noble oficio que bendice la tradición. Pero ahora, a una persona no se le invita ya a cenar, sino a darle de tragar. Los fogones comunitarios masacran el gusto. Es cocina tosca para llenar estómagos.
El efecto es la pérdida familiar, Tigre, del fogón que es el punto de encuentro, donde es posible hablar con los abuelos, sitio donde los apegos se explican, lugar donde la identidad se cuece, aula propia donde se dan las mejores lecciones para la vida y patio en el cual se expresa a plenitud la tradición. Sin el fogón familiar, se siembran olvidos y los valores se refunden. Para reversar el error y reducir los costos, es preciso entregar a las familias necesitadas, unos bonos para comprar buenos mercados e incentivar el fogón familiar.
Lo que es certero en el mentado concurso, Tigre, es que el famoso cocinero jefe que competía, le puso a su plato cilantro, en vez de “Bragueta de viejo” o cilantrón que la matrona tenía encaletado.
Cuenta el diseñador Juan Carlos Ayala, Alcaraván, sobre el concurso entre un prestigioso jefe de cocina y una reconocida matrona campesina alabada por sus parroquianos. Se trata de preparar un plato igual, con los mismos ingredientes disponibles, ambos con idéntica cantidad de cada uno y con tiempo exacto para sacar el producto. El resultado del plato servido y degustado, fue cuatro a uno a favor de la campesina. ¿Cuál es la explicación?
Se especuló por parte del jurado, Tigre, que un buen resultado depende de la secuencia de preparación o de cocción, sobre el turno para colocarle uno u otro ingrediente, sobre la forma como se echan aliños con la mano o con cuchara. Tal razón poco convence.
No obstante, Alcaraván, llegaron a una conclusión empírica: Los sudores de la matrona que caen en la olla, colocan un aliño natural, que mejora los sabores. Tal conclusión, parece traída de los cabellos. En ese sentido hay chistes, como el de las moscas caqueceñas de otrora, o del particular aliño, que le dan las uñas que rascan partes pubendas.
Tigre, la exquisitez del fogón criollo, radica en que en la cocina, aún existen llaneras y llaneros con raigambre, identidad, sapiencia y amor por sus raíces, que vuelcan en la preparación de cada plato, para hacerlo mejor y más gustoso, aún para el más exquisito y exigente paladar. No es lo mismo preparar hayacas con todos los detalles propios, que hacerlas para un consumo urbano, incapaz de diferenciarla de un tamal repleto de masa.
Tan bella e importante profesión para la vida, Alcaraván, sin embargo, es desdeñada en la sociedad de consumo, donde no se come para vivir sino se vive para comer. En fin, es un noble oficio que bendice la tradición. Pero ahora, a una persona no se le invita ya a cenar, sino a darle de tragar. Los fogones comunitarios masacran el gusto. Es cocina tosca para llenar estómagos.
El efecto es la pérdida familiar, Tigre, del fogón que es el punto de encuentro, donde es posible hablar con los abuelos, sitio donde los apegos se explican, lugar donde la identidad se cuece, aula propia donde se dan las mejores lecciones para la vida y patio en el cual se expresa a plenitud la tradición. Sin el fogón familiar, se siembran olvidos y los valores se refunden. Para reversar el error y reducir los costos, es preciso entregar a las familias necesitadas, unos bonos para comprar buenos mercados e incentivar el fogón familiar.
Lo que es certero en el mentado concurso, Tigre, es que el famoso cocinero jefe que competía, le puso a su plato cilantro, en vez de “Bragueta de viejo” o cilantrón que la matrona tenía encaletado.
viernes, 18 de febrero de 2011
La Refundación del Estado en América Latina
Por Guillermo Padilla Rubiano
Sumario
El mapa político en los Andes de América del Sur ha estado pasando por una fase de transformación radical en las últimas dos décadas. Los pueblos indígenas han pasado de la resistencia a la iniciativa en la transformación del estado, algo que comienza a concretarse partir de las nuevas constituciones expedidas en Ecuador (2008) y Bolivia (2009), el presente artículo analiza algunas de las características de este proceso, que tiene la capacidad de aportar en la construcción de un nuevo paradigma jurídico y político mundial.
José Carlos Mariátegui el pensador peruano que anticipó desde la primera mitad del siglo XX lo que ahora vivimos, resumió lo que él denomina el pecado original de la conquista y la colonia, ¨el pecado de haber nacido y crecido en América Latina sin el indio y contra el indio¨. Desde Chiapas en México al sur de Chile y Argentina, pasando por América Central, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, poderosos movimientos indígenas han retado con éxito el status quo y ofrecen a un planeta peligrosamente amenazado por una diversidad de crisis, un nuevo modelo de relacionamiento de los seres humanos entre si y de estos con la naturaleza.
Nos focalizaremos en los casos de Bolivia y Ecuador, donde sociedades indígenas apoyadas en sectores sociales preocupados por la voracidad de un capitalismo inhumano que arrasa con la naturaleza y en solidaridad de aquellos que han sido victimizados por la enfermedad social del racismo y la discriminación, valores indígenas prehispánicos como el Sumak Kawsay, buen vivir o vivir en armonía ingresan a las actuales constituciones políticas aportando una innovación lo que se refiere a otro modelo de ciudadanía, democracia, justicia y desarrollo y de esta manera así mismo de definición en lo que debe ser el estado-nación, en sociedades pluriétnicas, multiculturales y multilingües.
Lo que comienza a ocurrir es la emergencia de nuevos principios y prácticas, basados en una aproximación de comunalidad y democracia intercultural, "nuevos" para la sociedad nacional que se comienza a liberar del peso de un eurocentrismo antropocéntrico y patriarcal, pero que constituyen elementos de culturas milenarias que han logrado sobrevivir más de quinientos años de colonialismo, exclusión social y discriminación.
Esto es lo que el profesor y autor portugués Boaventura de Sousa Santos llama una Epistemología del Sur, significando con ello la generación de nuevos procesos de validación de conocimientos, que pueden o no, requerir apoyo científico y que son la expresión de víctimas sufrientes del colonialismo, capitalismo e imperialismo. Esta nueva epistemología, entendiendo por ello como la parte de la filosofía que refiere a la problemática del conocimiento, la inteligencia y el saber, clama por una nueva aproximación a un desarrollo ecológicamente sustentable, basado en comunidades autónomas, con perspectiva de género y en solidaridad con diferentes sectores sociales. Esto es lo que se conoce en América Latina como unidad en la diversidad y que en su práctica expresa valores diferentes a los del llamado primer mundo, específicamente Europa y los Estados Unidos.
El fenómeno político que hoy sacude las estructuras de poder en América del Sur tiene que ver con los consensos que se han logrado entre los movimientos progresistas enraizados con sectores históricamente excluidos: pobres, mujeres, afrodescendientes e indígenas. Esta democratización de la democracia pasa por la refundación de los estados, el reconocimiento del pluralismo jurídico y la no alineación con potencias extranjeras. Esto demuestra que conocimientos y prácticas que han demostrado su valor y utilidad histórica, tienen la capacidad de cambiar patrones culturales y políticos. La originalidad de estos procesos descansa no solo en sus objetivos sino en sus formas de organización y movilización, que va más allá de la estructura de partidos políticos y que incluye cooperativas, ONG, organizaciones civiles y estructuras de organización social tradicional.
La voz de estas víctimas de cientos de años de explotación, depravación, exclusión y racismo cuenta con lo que se conoce como "privilegio epistemológico" aquellos que han sido las principales víctimas de la usurpación causada por el colonialismo y el capitalismo, están en mejor ubicación para articular una nueva teoría y práctica de la emancipación.
Es difícil resumir en pocas palabras la riqueza de los procesos a través de los cuales se logró la creación de las dos Constituciones en Ecuador y Bolivia. Algo que ilustra esta riqueza fue lo ocurrido en Sucre, Bolivia, ciudad que se precia de su condición de ser capital constitucional del país, aristocrática y criolla, donde se estaba llevando a cabo la Asamblea Nacional Constituyente, el racismo crudo que ha caracterizado la historia de este país, se puso en evidencia cuando los asambleístas indígenas, elegidos por el voto popular, tuvieron que refugiarse en una escuela militar mientras eran escupidos e insultados por turbas violentas, entre otros conformadas por estudiantes mestizos de clase media, que los agredían señalando sus trajes tradicionales, polleras, ponchos y sombreros, mientras les gritaban indios cochinos, ineptos, ignorantes, sucios. A estos asambleístas se les negaba habitaciones en hoteles y lugares en restaurantes, mientras eran continuamente insultados y amenazados en las calles.
La Epistemología del Sur, dice De Sousa, es una metáfora del sufrimiento humano, causado por el capitalismo y el colonialismo a una escala global. Es en este sentido que lo que ocurre en los Andes de América del Sur constituye un nuevo paradigma de movilización y cambio social a nivel mundial, debemos hablar entonces de la emergencia de una epistemología del sur global. Esto explica el carácter anticapitalista, anticolonialista y antiimperialista de estos movimientos sociales.
Son cuatro los pilares alrededor de los cuales se estructuran estos movimientos sociales:
1. Representación y participación política en temas relacionados con redefinición del estado y reforma del sistema de justicia que incluya el reconocimiento de los sistemas de justicia indígena.
2. Temas sobre propiedad de la tierra y control de los recursos naturales.
3. Autonomía, autodeterminación y descentralización regional.
4. Espiritualidad y derechos culturales.
Lo que emerge de esta nueva epistemología es un poderoso sentido de la emancipación, con énfasis en la igualdad y equivalencia de derechos de la humanidad, la naturaleza y los animales. Es en este contexto que se incorpora en la Constitución ecuatoriana la Pachamama (madre tierra) como sujeto de derechos, lo que trasciende el antropocentrismo europeo que ha sido hegemónico en el mundo dominado por esta forma de pensar. Esto explica que el Departamento de Estado de los Estados Unidos haya caracterizado en varias oportunidades a los movimientos sociales indígenas como uno de los principales riesgos a su hegemonía en la América Latina. Los territorios que ocupan los casi 400 pueblos indígenas de Indo-Afro-Latino América contienen el 80% de la diversidad del continente, con invaluables recursos mineros, petroleros y agua.
Bolivia
Los movimientos indígenas latinoamericanos claman por el reconocimiento de la deuda histórica, social y medioambiental que los estados acreedores han incurrido en cinco siglos de colonización y robo de recursos naturales. El surgimiento en las encuestas del candidato Evo Morales en las elecciones del 2002, preocupó al embajador de los Estados Unidos, al punto que unos días antes de las elecciones, advirtió a los bolivianos que no votaran por este candidato si no querían perder la "ayuda" de esta potencia. Esta declaración promovió la candidatura de Morales al punto que del cuarto lugar pasó a ganar las elecciones, con lo cual Evo mofándose de la intervención del embajador dijo que él no hubiera podido imaginarse un mejor jefe de campaña.
El resurgimiento de estos movimientos sociales indígenas ha contribuido al cambio en los patrones tradicionales del poder en nuestro continente, de los doce presidentes que no han podido concluir sus mandatos en los últimos veinte años, solamente dos en Honduras y Haití, ocurrieron a la manera "tradicional" de golpe militar con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, los demás sucedieron como resultado de protestas populares muchas de las cuales fueron liberadas por movimientos indígenas como protesta y respuesta a antipopulares políticas neoliberales.
Una de las características de las Constituciones de Ecuador y Bolivia es que estas han trascendido la democracia representativa hacia una nueva forma de democracia comunitaria y participativa. El nuevo modelo de constitucionalismo que parte de comunidades de base, que lograron asientos en la Asamblea Constituyente gracias a las alianzas de los sectores históricamente excluidos y sus aliados, fue constituida por representantes de las más diversos estratos de la sociedad: mujeres, indígenas, sindicalistas, campesinos, mineros y maestros, superando lo que fuera, en el pasado, monopolio de abogados y políticos hombres.
El resultado es un llamado a la construcción de un estado-nación auténticamente plural, a un genuino interculturalismo, en vez del cosmético multiculturalismo neoliberal que incorpora un discurso de declaraciones rimbombantes sobre el patrimonio cultural y lingüístico, pero que deja intactas las reformas que atenten contra la expansión del capital y la privatización de la naturaleza y la vida. Este nuevo marco constitucional ha propiciado la creación en Bolivia de una Corte Constitucional Pluricultural, donde a la par de los magistrados del órgano jurisdiccional se sientan autoridades tradicionales, de manera que se garantice el reconocimiento de las distintas definiciones de justicia y gobierno existente en el país.
Ecuador
De igual forma en Ecuador se admite que los pueblos indígenas ejerzan funciones jurisdiccionales en un estado que es definido como plurinacional, con designación de funciones para cada una de las nacionalidades que lo constituyen.
La premisa de esta estructura constitucional es que solo cuando la nacionalidad plural es plenamente reconocida puede darse auténtico interculturalismo y del pluralismo en la nacionalidad, para llegar a la refundación del estado. En la mirada de esta construcción el viejo estado es colonial y ha sido aprovechado por las castas que heredaron su poder y que pasó a la república sin cambios sustantivos.
Los diferentes nombres que el estado ha tenido: colonial, liberal, republicano, tienen en común una concepción altamente centralizada del poder, que favorece a elites blancas y ricas, compuestas mayoritariamente por hombres, donde se favorece un grupo étnico, una cultura, un idioma, una religión con privilegios sobre los demás. De esta manera este modelo de estado no puede, de ninguna manera, representar genuinamente una colectividad compuesta de diversas culturas, grupos étnicos, idiomas, orientación sexual y expresiones espirituales.
El nuevo estado será verdaderamente independiente, unitario, plurinacional, que celebra la diversidad humana y la democracia real. En términos indígenas un estado que supera el colonialismo y que da la bienvenida a la humanidad.
Esta es una tarea que apenas comienza y que tiene que enfrentar problemas serios, entre ellos que la refundación de los estados no implica su eliminación y esto es algo que dificulta la tarea pues se trata de un aparato con más de 300 años en nuestro continente. Es algo que necesariamente pasa por el cambio de mentalidad de los individuos, la construcción de nuevas subjetividades y habitus, la lucha por una nueva hegemonía.
Esta lucha no la pueden hacer solo los excluidos: indígenas, afrodescendientes, mujeres y pobres, aún en sociedades donde constituyen una mayoría abrumadora, requieren de alianzas con otros sectores de la sociedad. La refundación de los estados requiere de un auténtico diálogo intercultural, lo que entendemos como el intercambio de universos culturales diferentes; no hay culturas que sean completas, todas pueden ser mejoradas y necesitan de los aportes de la diversidad que enriquece el planeta. Pero muchas de ellas han tenido conflictos graves en el pasado, así que esta construcción requiere de paciencia y tolerancia.
Transición
Esta transformación no está referida solamente a aspectos administrativos sino que llega a relaciones culturales en particular la economía, específicamente lo referido a la existencia de diferentes sistemas económicos existentes en una sociedad plurinacional.
La complejidad de esta tarea obliga al reconocimiento de una fase de transición paralela a la emergencia de nuevas instituciones y mentalidades, fase en la que se combinarán elementos del pasado y el futuro, así mismo las alianzas que se den deberán estar abiertas tanto a los cambios en las alianzas como en las estrategias.
En la escala mundial, las experiencias boliviana y ecuatoriana son quizás las más avanzadas, lo que allí ocurre tiene implicaciones a nivel local, regional, nacional e internacional. Es por eso que De Sousa Santos dice que es en el continente latinoamericano donde se lucha la más importante batalla anticolonialista y anticapitalista.
Sumario
El mapa político en los Andes de América del Sur ha estado pasando por una fase de transformación radical en las últimas dos décadas. Los pueblos indígenas han pasado de la resistencia a la iniciativa en la transformación del estado, algo que comienza a concretarse partir de las nuevas constituciones expedidas en Ecuador (2008) y Bolivia (2009), el presente artículo analiza algunas de las características de este proceso, que tiene la capacidad de aportar en la construcción de un nuevo paradigma jurídico y político mundial.
José Carlos Mariátegui el pensador peruano que anticipó desde la primera mitad del siglo XX lo que ahora vivimos, resumió lo que él denomina el pecado original de la conquista y la colonia, ¨el pecado de haber nacido y crecido en América Latina sin el indio y contra el indio¨. Desde Chiapas en México al sur de Chile y Argentina, pasando por América Central, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, poderosos movimientos indígenas han retado con éxito el status quo y ofrecen a un planeta peligrosamente amenazado por una diversidad de crisis, un nuevo modelo de relacionamiento de los seres humanos entre si y de estos con la naturaleza.
Nos focalizaremos en los casos de Bolivia y Ecuador, donde sociedades indígenas apoyadas en sectores sociales preocupados por la voracidad de un capitalismo inhumano que arrasa con la naturaleza y en solidaridad de aquellos que han sido victimizados por la enfermedad social del racismo y la discriminación, valores indígenas prehispánicos como el Sumak Kawsay, buen vivir o vivir en armonía ingresan a las actuales constituciones políticas aportando una innovación lo que se refiere a otro modelo de ciudadanía, democracia, justicia y desarrollo y de esta manera así mismo de definición en lo que debe ser el estado-nación, en sociedades pluriétnicas, multiculturales y multilingües.
Lo que comienza a ocurrir es la emergencia de nuevos principios y prácticas, basados en una aproximación de comunalidad y democracia intercultural, "nuevos" para la sociedad nacional que se comienza a liberar del peso de un eurocentrismo antropocéntrico y patriarcal, pero que constituyen elementos de culturas milenarias que han logrado sobrevivir más de quinientos años de colonialismo, exclusión social y discriminación.
Esto es lo que el profesor y autor portugués Boaventura de Sousa Santos llama una Epistemología del Sur, significando con ello la generación de nuevos procesos de validación de conocimientos, que pueden o no, requerir apoyo científico y que son la expresión de víctimas sufrientes del colonialismo, capitalismo e imperialismo. Esta nueva epistemología, entendiendo por ello como la parte de la filosofía que refiere a la problemática del conocimiento, la inteligencia y el saber, clama por una nueva aproximación a un desarrollo ecológicamente sustentable, basado en comunidades autónomas, con perspectiva de género y en solidaridad con diferentes sectores sociales. Esto es lo que se conoce en América Latina como unidad en la diversidad y que en su práctica expresa valores diferentes a los del llamado primer mundo, específicamente Europa y los Estados Unidos.
El fenómeno político que hoy sacude las estructuras de poder en América del Sur tiene que ver con los consensos que se han logrado entre los movimientos progresistas enraizados con sectores históricamente excluidos: pobres, mujeres, afrodescendientes e indígenas. Esta democratización de la democracia pasa por la refundación de los estados, el reconocimiento del pluralismo jurídico y la no alineación con potencias extranjeras. Esto demuestra que conocimientos y prácticas que han demostrado su valor y utilidad histórica, tienen la capacidad de cambiar patrones culturales y políticos. La originalidad de estos procesos descansa no solo en sus objetivos sino en sus formas de organización y movilización, que va más allá de la estructura de partidos políticos y que incluye cooperativas, ONG, organizaciones civiles y estructuras de organización social tradicional.
La voz de estas víctimas de cientos de años de explotación, depravación, exclusión y racismo cuenta con lo que se conoce como "privilegio epistemológico" aquellos que han sido las principales víctimas de la usurpación causada por el colonialismo y el capitalismo, están en mejor ubicación para articular una nueva teoría y práctica de la emancipación.
Es difícil resumir en pocas palabras la riqueza de los procesos a través de los cuales se logró la creación de las dos Constituciones en Ecuador y Bolivia. Algo que ilustra esta riqueza fue lo ocurrido en Sucre, Bolivia, ciudad que se precia de su condición de ser capital constitucional del país, aristocrática y criolla, donde se estaba llevando a cabo la Asamblea Nacional Constituyente, el racismo crudo que ha caracterizado la historia de este país, se puso en evidencia cuando los asambleístas indígenas, elegidos por el voto popular, tuvieron que refugiarse en una escuela militar mientras eran escupidos e insultados por turbas violentas, entre otros conformadas por estudiantes mestizos de clase media, que los agredían señalando sus trajes tradicionales, polleras, ponchos y sombreros, mientras les gritaban indios cochinos, ineptos, ignorantes, sucios. A estos asambleístas se les negaba habitaciones en hoteles y lugares en restaurantes, mientras eran continuamente insultados y amenazados en las calles.
La Epistemología del Sur, dice De Sousa, es una metáfora del sufrimiento humano, causado por el capitalismo y el colonialismo a una escala global. Es en este sentido que lo que ocurre en los Andes de América del Sur constituye un nuevo paradigma de movilización y cambio social a nivel mundial, debemos hablar entonces de la emergencia de una epistemología del sur global. Esto explica el carácter anticapitalista, anticolonialista y antiimperialista de estos movimientos sociales.
Son cuatro los pilares alrededor de los cuales se estructuran estos movimientos sociales:
1. Representación y participación política en temas relacionados con redefinición del estado y reforma del sistema de justicia que incluya el reconocimiento de los sistemas de justicia indígena.
2. Temas sobre propiedad de la tierra y control de los recursos naturales.
3. Autonomía, autodeterminación y descentralización regional.
4. Espiritualidad y derechos culturales.
Lo que emerge de esta nueva epistemología es un poderoso sentido de la emancipación, con énfasis en la igualdad y equivalencia de derechos de la humanidad, la naturaleza y los animales. Es en este contexto que se incorpora en la Constitución ecuatoriana la Pachamama (madre tierra) como sujeto de derechos, lo que trasciende el antropocentrismo europeo que ha sido hegemónico en el mundo dominado por esta forma de pensar. Esto explica que el Departamento de Estado de los Estados Unidos haya caracterizado en varias oportunidades a los movimientos sociales indígenas como uno de los principales riesgos a su hegemonía en la América Latina. Los territorios que ocupan los casi 400 pueblos indígenas de Indo-Afro-Latino América contienen el 80% de la diversidad del continente, con invaluables recursos mineros, petroleros y agua.
Bolivia
Los movimientos indígenas latinoamericanos claman por el reconocimiento de la deuda histórica, social y medioambiental que los estados acreedores han incurrido en cinco siglos de colonización y robo de recursos naturales. El surgimiento en las encuestas del candidato Evo Morales en las elecciones del 2002, preocupó al embajador de los Estados Unidos, al punto que unos días antes de las elecciones, advirtió a los bolivianos que no votaran por este candidato si no querían perder la "ayuda" de esta potencia. Esta declaración promovió la candidatura de Morales al punto que del cuarto lugar pasó a ganar las elecciones, con lo cual Evo mofándose de la intervención del embajador dijo que él no hubiera podido imaginarse un mejor jefe de campaña.
El resurgimiento de estos movimientos sociales indígenas ha contribuido al cambio en los patrones tradicionales del poder en nuestro continente, de los doce presidentes que no han podido concluir sus mandatos en los últimos veinte años, solamente dos en Honduras y Haití, ocurrieron a la manera "tradicional" de golpe militar con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, los demás sucedieron como resultado de protestas populares muchas de las cuales fueron liberadas por movimientos indígenas como protesta y respuesta a antipopulares políticas neoliberales.
Una de las características de las Constituciones de Ecuador y Bolivia es que estas han trascendido la democracia representativa hacia una nueva forma de democracia comunitaria y participativa. El nuevo modelo de constitucionalismo que parte de comunidades de base, que lograron asientos en la Asamblea Constituyente gracias a las alianzas de los sectores históricamente excluidos y sus aliados, fue constituida por representantes de las más diversos estratos de la sociedad: mujeres, indígenas, sindicalistas, campesinos, mineros y maestros, superando lo que fuera, en el pasado, monopolio de abogados y políticos hombres.
El resultado es un llamado a la construcción de un estado-nación auténticamente plural, a un genuino interculturalismo, en vez del cosmético multiculturalismo neoliberal que incorpora un discurso de declaraciones rimbombantes sobre el patrimonio cultural y lingüístico, pero que deja intactas las reformas que atenten contra la expansión del capital y la privatización de la naturaleza y la vida. Este nuevo marco constitucional ha propiciado la creación en Bolivia de una Corte Constitucional Pluricultural, donde a la par de los magistrados del órgano jurisdiccional se sientan autoridades tradicionales, de manera que se garantice el reconocimiento de las distintas definiciones de justicia y gobierno existente en el país.
Ecuador
De igual forma en Ecuador se admite que los pueblos indígenas ejerzan funciones jurisdiccionales en un estado que es definido como plurinacional, con designación de funciones para cada una de las nacionalidades que lo constituyen.
La premisa de esta estructura constitucional es que solo cuando la nacionalidad plural es plenamente reconocida puede darse auténtico interculturalismo y del pluralismo en la nacionalidad, para llegar a la refundación del estado. En la mirada de esta construcción el viejo estado es colonial y ha sido aprovechado por las castas que heredaron su poder y que pasó a la república sin cambios sustantivos.
Los diferentes nombres que el estado ha tenido: colonial, liberal, republicano, tienen en común una concepción altamente centralizada del poder, que favorece a elites blancas y ricas, compuestas mayoritariamente por hombres, donde se favorece un grupo étnico, una cultura, un idioma, una religión con privilegios sobre los demás. De esta manera este modelo de estado no puede, de ninguna manera, representar genuinamente una colectividad compuesta de diversas culturas, grupos étnicos, idiomas, orientación sexual y expresiones espirituales.
El nuevo estado será verdaderamente independiente, unitario, plurinacional, que celebra la diversidad humana y la democracia real. En términos indígenas un estado que supera el colonialismo y que da la bienvenida a la humanidad.
Esta es una tarea que apenas comienza y que tiene que enfrentar problemas serios, entre ellos que la refundación de los estados no implica su eliminación y esto es algo que dificulta la tarea pues se trata de un aparato con más de 300 años en nuestro continente. Es algo que necesariamente pasa por el cambio de mentalidad de los individuos, la construcción de nuevas subjetividades y habitus, la lucha por una nueva hegemonía.
Esta lucha no la pueden hacer solo los excluidos: indígenas, afrodescendientes, mujeres y pobres, aún en sociedades donde constituyen una mayoría abrumadora, requieren de alianzas con otros sectores de la sociedad. La refundación de los estados requiere de un auténtico diálogo intercultural, lo que entendemos como el intercambio de universos culturales diferentes; no hay culturas que sean completas, todas pueden ser mejoradas y necesitan de los aportes de la diversidad que enriquece el planeta. Pero muchas de ellas han tenido conflictos graves en el pasado, así que esta construcción requiere de paciencia y tolerancia.
Transición
Esta transformación no está referida solamente a aspectos administrativos sino que llega a relaciones culturales en particular la economía, específicamente lo referido a la existencia de diferentes sistemas económicos existentes en una sociedad plurinacional.
La complejidad de esta tarea obliga al reconocimiento de una fase de transición paralela a la emergencia de nuevas instituciones y mentalidades, fase en la que se combinarán elementos del pasado y el futuro, así mismo las alianzas que se den deberán estar abiertas tanto a los cambios en las alianzas como en las estrategias.
En la escala mundial, las experiencias boliviana y ecuatoriana son quizás las más avanzadas, lo que allí ocurre tiene implicaciones a nivel local, regional, nacional e internacional. Es por eso que De Sousa Santos dice que es en el continente latinoamericano donde se lucha la más importante batalla anticolonialista y anticapitalista.
La Refundación del Estado en América Latina
Por Guillermo Padilla Rubiano
Sumario
El mapa político en los Andes de América del Sur ha estado pasando por una fase de transformación radical en las últimas dos décadas. Los pueblos indígenas han pasado de la resistencia a la iniciativa en la transformación del estado, algo que comienza a concretarse partir de las nuevas constituciones expedidas en Ecuador (2008) y Bolivia (2009), el presente artículo analiza algunas de las características de este proceso, que tiene la capacidad de aportar en la construcción de un nuevo paradigma jurídico y político mundial.
José Carlos Mariátegui el pensador peruano que anticipó desde la primera mitad del siglo XX lo que ahora vivimos, resumió lo que él denomina el pecado original de la conquista y la colonia, ¨el pecado de haber nacido y crecido en América Latina sin el indio y contra el indio¨. Desde Chiapas en México al sur de Chile y Argentina, pasando por América Central, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, poderosos movimientos indígenas han retado con éxito el status quo y ofrecen a un planeta peligrosamente amenazado por una diversidad de crisis, un nuevo modelo de relacionamiento de los seres humanos entre si y de estos con la naturaleza.
Nos focalizaremos en los casos de Bolivia y Ecuador, donde sociedades indígenas apoyadas en sectores sociales preocupados por la voracidad de un capitalismo inhumano que arrasa con la naturaleza y en solidaridad de aquellos que han sido victimizados por la enfermedad social del racismo y la discriminación, valores indígenas prehispánicos como el Sumak Kawsay, buen vivir o vivir en armonía ingresan a las actuales constituciones políticas aportando una innovación lo que se refiere a otro modelo de ciudadanía, democracia, justicia y desarrollo y de esta manera así mismo de definición en lo que debe ser el estado-nación, en sociedades pluriétnicas, multiculturales y multilingües.
Lo que comienza a ocurrir es la emergencia de nuevos principios y prácticas, basados en una aproximación de comunalidad y democracia intercultural, "nuevos" para la sociedad nacional que se comienza a liberar del peso de un eurocentrismo antropocéntrico y patriarcal, pero que constituyen elementos de culturas milenarias que han logrado sobrevivir más de quinientos años de colonialismo, exclusión social y discriminación.
Esto es lo que el profesor y autor portugués Boaventura de Sousa Santos llama una Epistemología del Sur, significando con ello la generación de nuevos procesos de validación de conocimientos, que pueden o no, requerir apoyo científico y que son la expresión de víctimas sufrientes del colonialismo, capitalismo e imperialismo. Esta nueva epistemología, entendiendo por ello como la parte de la filosofía que refiere a la problemática del conocimiento, la inteligencia y el saber, clama por una nueva aproximación a un desarrollo ecológicamente sustentable, basado en comunidades autónomas, con perspectiva de género y en solidaridad con diferentes sectores sociales. Esto es lo que se conoce en América Latina como unidad en la diversidad y que en su práctica expresa valores diferentes a los del llamado primer mundo, específicamente Europa y los Estados Unidos.
El fenómeno político que hoy sacude las estructuras de poder en América del Sur tiene que ver con los consensos que se han logrado entre los movimientos progresistas enraizados con sectores históricamente excluidos: pobres, mujeres, afrodescendientes e indígenas. Esta democratización de la democracia pasa por la refundación de los estados, el reconocimiento del pluralismo jurídico y la no alineación con potencias extranjeras. Esto demuestra que conocimientos y prácticas que han demostrado su valor y utilidad histórica, tienen la capacidad de cambiar patrones culturales y políticos. La originalidad de estos procesos descansa no solo en sus objetivos sino en sus formas de organización y movilización, que va más allá de la estructura de partidos políticos y que incluye cooperativas, ONG, organizaciones civiles y estructuras de organización social tradicional.
La voz de estas víctimas de cientos de años de explotación, depravación, exclusión y racismo cuenta con lo que se conoce como "privilegio epistemológico" aquellos que han sido las principales víctimas de la usurpación causada por el colonialismo y el capitalismo, están en mejor ubicación para articular una nueva teoría y práctica de la emancipación.
Es difícil resumir en pocas palabras la riqueza de los procesos a través de los cuales se logró la creación de las dos Constituciones en Ecuador y Bolivia. Algo que ilustra esta riqueza fue lo ocurrido en Sucre, Bolivia, ciudad que se precia de su condición de ser capital constitucional del país, aristocrática y criolla, donde se estaba llevando a cabo la Asamblea Nacional Constituyente, el racismo crudo que ha caracterizado la historia de este país, se puso en evidencia cuando los asambleístas indígenas, elegidos por el voto popular, tuvieron que refugiarse en una escuela militar mientras eran escupidos e insultados por turbas violentas, entre otros conformadas por estudiantes mestizos de clase media, que los agredían señalando sus trajes tradicionales, polleras, ponchos y sombreros, mientras les gritaban indios cochinos, ineptos, ignorantes, sucios. A estos asambleístas se les negaba habitaciones en hoteles y lugares en restaurantes, mientras eran continuamente insultados y amenazados en las calles.
La Epistemología del Sur, dice De Sousa, es una metáfora del sufrimiento humano, causado por el capitalismo y el colonialismo a una escala global. Es en este sentido que lo que ocurre en los Andes de América del Sur constituye un nuevo paradigma de movilización y cambio social a nivel mundial, debemos hablar entonces de la emergencia de una epistemología del sur global. Esto explica el carácter anticapitalista, anticolonialista y antiimperialista de estos movimientos sociales.
Son cuatro los pilares alrededor de los cuales se estructuran estos movimientos sociales:
1. Representación y participación política en temas relacionados con redefinición del estado y reforma del sistema de justicia que incluya el reconocimiento de los sistemas de justicia indígena.
2. Temas sobre propiedad de la tierra y control de los recursos naturales.
3. Autonomía, autodeterminación y descentralización regional.
4. Espiritualidad y derechos culturales.
Lo que emerge de esta nueva epistemología es un poderoso sentido de la emancipación, con énfasis en la igualdad y equivalencia de derechos de la humanidad, la naturaleza y los animales. Es en este contexto que se incorpora en la Constitución ecuatoriana la Pachamama (madre tierra) como sujeto de derechos, lo que trasciende el antropocentrismo europeo que ha sido hegemónico en el mundo dominado por esta forma de pensar. Esto explica que el Departamento de Estado de los Estados Unidos haya caracterizado en varias oportunidades a los movimientos sociales indígenas como uno de los principales riesgos a su hegemonía en la América Latina. Los territorios que ocupan los casi 400 pueblos indígenas de Indo-Afro-Latino América contienen el 80% de la diversidad del continente, con invaluables recursos mineros, petroleros y agua.
Bolivia
Los movimientos indígenas latinoamericanos claman por el reconocimiento de la deuda histórica, social y medioambiental que los estados acreedores han incurrido en cinco siglos de colonización y robo de recursos naturales. El surgimiento en las encuestas del candidato Evo Morales en las elecciones del 2002, preocupó al embajador de los Estados Unidos, al punto que unos días antes de las elecciones, advirtió a los bolivianos que no votaran por este candidato si no querían perder la "ayuda" de esta potencia. Esta declaración promovió la candidatura de Morales al punto que del cuarto lugar pasó a ganar las elecciones, con lo cual Evo mofándose de la intervención del embajador dijo que él no hubiera podido imaginarse un mejor jefe de campaña.
El resurgimiento de estos movimientos sociales indígenas ha contribuido al cambio en los patrones tradicionales del poder en nuestro continente, de los doce presidentes que no han podido concluir sus mandatos en los últimos veinte años, solamente dos en Honduras y Haití, ocurrieron a la manera "tradicional" de golpe militar con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, los demás sucedieron como resultado de protestas populares muchas de las cuales fueron liberadas por movimientos indígenas como protesta y respuesta a antipopulares políticas neoliberales.
Una de las características de las Constituciones de Ecuador y Bolivia es que estas han trascendido la democracia representativa hacia una nueva forma de democracia comunitaria y participativa. El nuevo modelo de constitucionalismo que parte de comunidades de base, que lograron asientos en la Asamblea Constituyente gracias a las alianzas de los sectores históricamente excluidos y sus aliados, fue constituida por representantes de las más diversos estratos de la sociedad: mujeres, indígenas, sindicalistas, campesinos, mineros y maestros, superando lo que fuera, en el pasado, monopolio de abogados y políticos hombres.
El resultado es un llamado a la construcción de un estado-nación auténticamente plural, a un genuino interculturalismo, en vez del cosmético multiculturalismo neoliberal que incorpora un discurso de declaraciones rimbombantes sobre el patrimonio cultural y lingüístico, pero que deja intactas las reformas que atenten contra la expansión del capital y la privatización de la naturaleza y la vida. Este nuevo marco constitucional ha propiciado la creación en Bolivia de una Corte Constitucional Pluricultural, donde a la par de los magistrados del órgano jurisdiccional se sientan autoridades tradicionales, de manera que se garantice el reconocimiento de las distintas definiciones de justicia y gobierno existente en el país.
Ecuador
De igual forma en Ecuador se admite que los pueblos indígenas ejerzan funciones jurisdiccionales en un estado que es definido como plurinacional, con designación de funciones para cada una de las nacionalidades que lo constituyen.
La premisa de esta estructura constitucional es que solo cuando la nacionalidad plural es plenamente reconocida puede darse auténtico interculturalismo y del pluralismo en la nacionalidad, para llegar a la refundación del estado. En la mirada de esta construcción el viejo estado es colonial y ha sido aprovechado por las castas que heredaron su poder y que pasó a la república sin cambios sustantivos.
Los diferentes nombres que el estado ha tenido: colonial, liberal, republicano, tienen en común una concepción altamente centralizada del poder, que favorece a elites blancas y ricas, compuestas mayoritariamente por hombres, donde se favorece un grupo étnico, una cultura, un idioma, una religión con privilegios sobre los demás. De esta manera este modelo de estado no puede, de ninguna manera, representar genuinamente una colectividad compuesta de diversas culturas, grupos étnicos, idiomas, orientación sexual y expresiones espirituales.
El nuevo estado será verdaderamente independiente, unitario, plurinacional, que celebra la diversidad humana y la democracia real. En términos indígenas un estado que supera el colonialismo y que da la bienvenida a la humanidad.
Esta es una tarea que apenas comienza y que tiene que enfrentar problemas serios, entre ellos que la refundación de los estados no implica su eliminación y esto es algo que dificulta la tarea pues se trata de un aparato con más de 300 años en nuestro continente. Es algo que necesariamente pasa por el cambio de mentalidad de los individuos, la construcción de nuevas subjetividades y habitus, la lucha por una nueva hegemonía.
Esta lucha no la pueden hacer solo los excluidos: indígenas, afrodescendientes, mujeres y pobres, aún en sociedades donde constituyen una mayoría abrumadora, requieren de alianzas con otros sectores de la sociedad. La refundación de los estados requiere de un auténtico diálogo intercultural, lo que entendemos como el intercambio de universos culturales diferentes; no hay culturas que sean completas, todas pueden ser mejoradas y necesitan de los aportes de la diversidad que enriquece el planeta. Pero muchas de ellas han tenido conflictos graves en el pasado, así que esta construcción requiere de paciencia y tolerancia.
Transición
Esta transformación no está referida solamente a aspectos administrativos sino que llega a relaciones culturales en particular la economía, específicamente lo referido a la existencia de diferentes sistemas económicos existentes en una sociedad plurinacional.
La complejidad de esta tarea obliga al reconocimiento de una fase de transición paralela a la emergencia de nuevas instituciones y mentalidades, fase en la que se combinarán elementos del pasado y el futuro, así mismo las alianzas que se den deberán estar abiertas tanto a los cambios en las alianzas como en las estrategias.
En la escala mundial, las experiencias boliviana y ecuatoriana son quizás las más avanzadas, lo que allí ocurre tiene implicaciones a nivel local, regional, nacional e internacional. Es por eso que De Sousa Santos dice que es en el continente latinoamericano donde se lucha la más importante batalla anticolonialista y anticapitalista.
Sumario
El mapa político en los Andes de América del Sur ha estado pasando por una fase de transformación radical en las últimas dos décadas. Los pueblos indígenas han pasado de la resistencia a la iniciativa en la transformación del estado, algo que comienza a concretarse partir de las nuevas constituciones expedidas en Ecuador (2008) y Bolivia (2009), el presente artículo analiza algunas de las características de este proceso, que tiene la capacidad de aportar en la construcción de un nuevo paradigma jurídico y político mundial.
José Carlos Mariátegui el pensador peruano que anticipó desde la primera mitad del siglo XX lo que ahora vivimos, resumió lo que él denomina el pecado original de la conquista y la colonia, ¨el pecado de haber nacido y crecido en América Latina sin el indio y contra el indio¨. Desde Chiapas en México al sur de Chile y Argentina, pasando por América Central, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, poderosos movimientos indígenas han retado con éxito el status quo y ofrecen a un planeta peligrosamente amenazado por una diversidad de crisis, un nuevo modelo de relacionamiento de los seres humanos entre si y de estos con la naturaleza.
Nos focalizaremos en los casos de Bolivia y Ecuador, donde sociedades indígenas apoyadas en sectores sociales preocupados por la voracidad de un capitalismo inhumano que arrasa con la naturaleza y en solidaridad de aquellos que han sido victimizados por la enfermedad social del racismo y la discriminación, valores indígenas prehispánicos como el Sumak Kawsay, buen vivir o vivir en armonía ingresan a las actuales constituciones políticas aportando una innovación lo que se refiere a otro modelo de ciudadanía, democracia, justicia y desarrollo y de esta manera así mismo de definición en lo que debe ser el estado-nación, en sociedades pluriétnicas, multiculturales y multilingües.
Lo que comienza a ocurrir es la emergencia de nuevos principios y prácticas, basados en una aproximación de comunalidad y democracia intercultural, "nuevos" para la sociedad nacional que se comienza a liberar del peso de un eurocentrismo antropocéntrico y patriarcal, pero que constituyen elementos de culturas milenarias que han logrado sobrevivir más de quinientos años de colonialismo, exclusión social y discriminación.
Esto es lo que el profesor y autor portugués Boaventura de Sousa Santos llama una Epistemología del Sur, significando con ello la generación de nuevos procesos de validación de conocimientos, que pueden o no, requerir apoyo científico y que son la expresión de víctimas sufrientes del colonialismo, capitalismo e imperialismo. Esta nueva epistemología, entendiendo por ello como la parte de la filosofía que refiere a la problemática del conocimiento, la inteligencia y el saber, clama por una nueva aproximación a un desarrollo ecológicamente sustentable, basado en comunidades autónomas, con perspectiva de género y en solidaridad con diferentes sectores sociales. Esto es lo que se conoce en América Latina como unidad en la diversidad y que en su práctica expresa valores diferentes a los del llamado primer mundo, específicamente Europa y los Estados Unidos.
El fenómeno político que hoy sacude las estructuras de poder en América del Sur tiene que ver con los consensos que se han logrado entre los movimientos progresistas enraizados con sectores históricamente excluidos: pobres, mujeres, afrodescendientes e indígenas. Esta democratización de la democracia pasa por la refundación de los estados, el reconocimiento del pluralismo jurídico y la no alineación con potencias extranjeras. Esto demuestra que conocimientos y prácticas que han demostrado su valor y utilidad histórica, tienen la capacidad de cambiar patrones culturales y políticos. La originalidad de estos procesos descansa no solo en sus objetivos sino en sus formas de organización y movilización, que va más allá de la estructura de partidos políticos y que incluye cooperativas, ONG, organizaciones civiles y estructuras de organización social tradicional.
La voz de estas víctimas de cientos de años de explotación, depravación, exclusión y racismo cuenta con lo que se conoce como "privilegio epistemológico" aquellos que han sido las principales víctimas de la usurpación causada por el colonialismo y el capitalismo, están en mejor ubicación para articular una nueva teoría y práctica de la emancipación.
Es difícil resumir en pocas palabras la riqueza de los procesos a través de los cuales se logró la creación de las dos Constituciones en Ecuador y Bolivia. Algo que ilustra esta riqueza fue lo ocurrido en Sucre, Bolivia, ciudad que se precia de su condición de ser capital constitucional del país, aristocrática y criolla, donde se estaba llevando a cabo la Asamblea Nacional Constituyente, el racismo crudo que ha caracterizado la historia de este país, se puso en evidencia cuando los asambleístas indígenas, elegidos por el voto popular, tuvieron que refugiarse en una escuela militar mientras eran escupidos e insultados por turbas violentas, entre otros conformadas por estudiantes mestizos de clase media, que los agredían señalando sus trajes tradicionales, polleras, ponchos y sombreros, mientras les gritaban indios cochinos, ineptos, ignorantes, sucios. A estos asambleístas se les negaba habitaciones en hoteles y lugares en restaurantes, mientras eran continuamente insultados y amenazados en las calles.
La Epistemología del Sur, dice De Sousa, es una metáfora del sufrimiento humano, causado por el capitalismo y el colonialismo a una escala global. Es en este sentido que lo que ocurre en los Andes de América del Sur constituye un nuevo paradigma de movilización y cambio social a nivel mundial, debemos hablar entonces de la emergencia de una epistemología del sur global. Esto explica el carácter anticapitalista, anticolonialista y antiimperialista de estos movimientos sociales.
Son cuatro los pilares alrededor de los cuales se estructuran estos movimientos sociales:
1. Representación y participación política en temas relacionados con redefinición del estado y reforma del sistema de justicia que incluya el reconocimiento de los sistemas de justicia indígena.
2. Temas sobre propiedad de la tierra y control de los recursos naturales.
3. Autonomía, autodeterminación y descentralización regional.
4. Espiritualidad y derechos culturales.
Lo que emerge de esta nueva epistemología es un poderoso sentido de la emancipación, con énfasis en la igualdad y equivalencia de derechos de la humanidad, la naturaleza y los animales. Es en este contexto que se incorpora en la Constitución ecuatoriana la Pachamama (madre tierra) como sujeto de derechos, lo que trasciende el antropocentrismo europeo que ha sido hegemónico en el mundo dominado por esta forma de pensar. Esto explica que el Departamento de Estado de los Estados Unidos haya caracterizado en varias oportunidades a los movimientos sociales indígenas como uno de los principales riesgos a su hegemonía en la América Latina. Los territorios que ocupan los casi 400 pueblos indígenas de Indo-Afro-Latino América contienen el 80% de la diversidad del continente, con invaluables recursos mineros, petroleros y agua.
Bolivia
Los movimientos indígenas latinoamericanos claman por el reconocimiento de la deuda histórica, social y medioambiental que los estados acreedores han incurrido en cinco siglos de colonización y robo de recursos naturales. El surgimiento en las encuestas del candidato Evo Morales en las elecciones del 2002, preocupó al embajador de los Estados Unidos, al punto que unos días antes de las elecciones, advirtió a los bolivianos que no votaran por este candidato si no querían perder la "ayuda" de esta potencia. Esta declaración promovió la candidatura de Morales al punto que del cuarto lugar pasó a ganar las elecciones, con lo cual Evo mofándose de la intervención del embajador dijo que él no hubiera podido imaginarse un mejor jefe de campaña.
El resurgimiento de estos movimientos sociales indígenas ha contribuido al cambio en los patrones tradicionales del poder en nuestro continente, de los doce presidentes que no han podido concluir sus mandatos en los últimos veinte años, solamente dos en Honduras y Haití, ocurrieron a la manera "tradicional" de golpe militar con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos, los demás sucedieron como resultado de protestas populares muchas de las cuales fueron liberadas por movimientos indígenas como protesta y respuesta a antipopulares políticas neoliberales.
Una de las características de las Constituciones de Ecuador y Bolivia es que estas han trascendido la democracia representativa hacia una nueva forma de democracia comunitaria y participativa. El nuevo modelo de constitucionalismo que parte de comunidades de base, que lograron asientos en la Asamblea Constituyente gracias a las alianzas de los sectores históricamente excluidos y sus aliados, fue constituida por representantes de las más diversos estratos de la sociedad: mujeres, indígenas, sindicalistas, campesinos, mineros y maestros, superando lo que fuera, en el pasado, monopolio de abogados y políticos hombres.
El resultado es un llamado a la construcción de un estado-nación auténticamente plural, a un genuino interculturalismo, en vez del cosmético multiculturalismo neoliberal que incorpora un discurso de declaraciones rimbombantes sobre el patrimonio cultural y lingüístico, pero que deja intactas las reformas que atenten contra la expansión del capital y la privatización de la naturaleza y la vida. Este nuevo marco constitucional ha propiciado la creación en Bolivia de una Corte Constitucional Pluricultural, donde a la par de los magistrados del órgano jurisdiccional se sientan autoridades tradicionales, de manera que se garantice el reconocimiento de las distintas definiciones de justicia y gobierno existente en el país.
Ecuador
De igual forma en Ecuador se admite que los pueblos indígenas ejerzan funciones jurisdiccionales en un estado que es definido como plurinacional, con designación de funciones para cada una de las nacionalidades que lo constituyen.
La premisa de esta estructura constitucional es que solo cuando la nacionalidad plural es plenamente reconocida puede darse auténtico interculturalismo y del pluralismo en la nacionalidad, para llegar a la refundación del estado. En la mirada de esta construcción el viejo estado es colonial y ha sido aprovechado por las castas que heredaron su poder y que pasó a la república sin cambios sustantivos.
Los diferentes nombres que el estado ha tenido: colonial, liberal, republicano, tienen en común una concepción altamente centralizada del poder, que favorece a elites blancas y ricas, compuestas mayoritariamente por hombres, donde se favorece un grupo étnico, una cultura, un idioma, una religión con privilegios sobre los demás. De esta manera este modelo de estado no puede, de ninguna manera, representar genuinamente una colectividad compuesta de diversas culturas, grupos étnicos, idiomas, orientación sexual y expresiones espirituales.
El nuevo estado será verdaderamente independiente, unitario, plurinacional, que celebra la diversidad humana y la democracia real. En términos indígenas un estado que supera el colonialismo y que da la bienvenida a la humanidad.
Esta es una tarea que apenas comienza y que tiene que enfrentar problemas serios, entre ellos que la refundación de los estados no implica su eliminación y esto es algo que dificulta la tarea pues se trata de un aparato con más de 300 años en nuestro continente. Es algo que necesariamente pasa por el cambio de mentalidad de los individuos, la construcción de nuevas subjetividades y habitus, la lucha por una nueva hegemonía.
Esta lucha no la pueden hacer solo los excluidos: indígenas, afrodescendientes, mujeres y pobres, aún en sociedades donde constituyen una mayoría abrumadora, requieren de alianzas con otros sectores de la sociedad. La refundación de los estados requiere de un auténtico diálogo intercultural, lo que entendemos como el intercambio de universos culturales diferentes; no hay culturas que sean completas, todas pueden ser mejoradas y necesitan de los aportes de la diversidad que enriquece el planeta. Pero muchas de ellas han tenido conflictos graves en el pasado, así que esta construcción requiere de paciencia y tolerancia.
Transición
Esta transformación no está referida solamente a aspectos administrativos sino que llega a relaciones culturales en particular la economía, específicamente lo referido a la existencia de diferentes sistemas económicos existentes en una sociedad plurinacional.
La complejidad de esta tarea obliga al reconocimiento de una fase de transición paralela a la emergencia de nuevas instituciones y mentalidades, fase en la que se combinarán elementos del pasado y el futuro, así mismo las alianzas que se den deberán estar abiertas tanto a los cambios en las alianzas como en las estrategias.
En la escala mundial, las experiencias boliviana y ecuatoriana son quizás las más avanzadas, lo que allí ocurre tiene implicaciones a nivel local, regional, nacional e internacional. Es por eso que De Sousa Santos dice que es en el continente latinoamericano donde se lucha la más importante batalla anticolonialista y anticapitalista.
LA REFUNDACIÓN DEL ESTADO
Ecuador y Bolivia, Tigre, reemplazan el pensamiento jurídico de occidente, que prolonga el poder feudal para negar la equidad y la justicia -democracia, sin su praxis- por la Epistemología del Sur como describe este proceso el portugués Boaventura de Sousa Santos. Por fin el inglés Hobbes, autor del Leviatán, tiene acertada respuesta, comenta el médico Altamar.
Nuestro primo Guillermo Padilla Rubiano, Tigre, abogado de la UN, Phd. de Berckeley en Antropología Jurídica, labora en CIESAS, Oaxaca, México y asesoró en la constituyente del 91 al Taita Lorenzo Muelas. En reciente conferencia “La refundación del Estado en los Andes”, en Adis Abeba, Etiopía, se refiere a ello, en su visita decembrina a Villavicencio.
Dice Padilla, Alcaraván, que “Bolivia y Ecuador, son sociedades indígenas apoyadas en sectores sociales preocupados por la voracidad de un capitalismo inhumano, que arrasa con la naturaleza y en solidaridad de aquellos que han sido victimizados por la enfermedad social del racismo y la discriminación. Se han impuesto valores indígenas prehispánicos como el “Sumak Kawsay”, que implica buen vivir o vivir en armonía. Tales conceptos ingresan a las actuales constituciones políticas, aportando una innovación lo que se refiere a otro modelo de ciudadanía, democracia, justicia y desarrollo y de esta manera así mismo de definición en lo que debe ser el Estado-Nación, en sociedades pluriétnicas, multiculturales y multilingües”.
En Ecuador -2008- y en Bolivia -2009-, Tigre, se acaban de aprobar nuevas Constituciones. Tal determinación representa un gran avance social, de autonomía económico-financiera, de salvaguarda de la biodiversidad y de las culturas. Ellas son contentivas del armónico pensamiento prehispánico, desahuciado desde la colonia que yuxtapuso el de la Europa Primera.
Agrega Guillermo Padilla, Alcaraván, que tal inserción en la juridicidad de estos dos países, “de Sousa Santos la denomina una Epistemología del Sur, significando con ello la generación de nuevos procesos de validación de conocimientos, que pueden o no, requerir apoyo científico y que son la expresión de víctimas sufrientes del colonialismo, capitalismo e imperialismo”.
Subraya Guillermo, Tigre, que “lo que emerge de esta nueva epistemología es un poderoso sentido de la emancipación, con énfasis en la igualdad y equivalencia de derechos de la humanidad, la naturaleza y los animales. Es en este contexto que se incorpora en la Constitución ecuatoriana la Pachamama (madre tierra) como sujeto de derechos, lo que trasciende el antropocentrismo europeo que ha sido hegemónico en el mundo dominado por esta forma de pensar”.
Colombia margina el pensamiento indígena, no reconoce ni a los sabios de la humanidad como si lo hace la UNESCO, en el caso de los taitas guambianos. Llega la hora de reconocernos en amerindia, mediante la adopción constitucional de nuestro pensamiento ancestral, en vez del retorno a la caverna que propuso el Estado Comunitario.
Nuestro primo Guillermo Padilla Rubiano, Tigre, abogado de la UN, Phd. de Berckeley en Antropología Jurídica, labora en CIESAS, Oaxaca, México y asesoró en la constituyente del 91 al Taita Lorenzo Muelas. En reciente conferencia “La refundación del Estado en los Andes”, en Adis Abeba, Etiopía, se refiere a ello, en su visita decembrina a Villavicencio.
Dice Padilla, Alcaraván, que “Bolivia y Ecuador, son sociedades indígenas apoyadas en sectores sociales preocupados por la voracidad de un capitalismo inhumano, que arrasa con la naturaleza y en solidaridad de aquellos que han sido victimizados por la enfermedad social del racismo y la discriminación. Se han impuesto valores indígenas prehispánicos como el “Sumak Kawsay”, que implica buen vivir o vivir en armonía. Tales conceptos ingresan a las actuales constituciones políticas, aportando una innovación lo que se refiere a otro modelo de ciudadanía, democracia, justicia y desarrollo y de esta manera así mismo de definición en lo que debe ser el Estado-Nación, en sociedades pluriétnicas, multiculturales y multilingües”.
En Ecuador -2008- y en Bolivia -2009-, Tigre, se acaban de aprobar nuevas Constituciones. Tal determinación representa un gran avance social, de autonomía económico-financiera, de salvaguarda de la biodiversidad y de las culturas. Ellas son contentivas del armónico pensamiento prehispánico, desahuciado desde la colonia que yuxtapuso el de la Europa Primera.
Agrega Guillermo Padilla, Alcaraván, que tal inserción en la juridicidad de estos dos países, “de Sousa Santos la denomina una Epistemología del Sur, significando con ello la generación de nuevos procesos de validación de conocimientos, que pueden o no, requerir apoyo científico y que son la expresión de víctimas sufrientes del colonialismo, capitalismo e imperialismo”.
Subraya Guillermo, Tigre, que “lo que emerge de esta nueva epistemología es un poderoso sentido de la emancipación, con énfasis en la igualdad y equivalencia de derechos de la humanidad, la naturaleza y los animales. Es en este contexto que se incorpora en la Constitución ecuatoriana la Pachamama (madre tierra) como sujeto de derechos, lo que trasciende el antropocentrismo europeo que ha sido hegemónico en el mundo dominado por esta forma de pensar”.
Colombia margina el pensamiento indígena, no reconoce ni a los sabios de la humanidad como si lo hace la UNESCO, en el caso de los taitas guambianos. Llega la hora de reconocernos en amerindia, mediante la adopción constitucional de nuestro pensamiento ancestral, en vez del retorno a la caverna que propuso el Estado Comunitario.
Mis tres Dulce Marías:
En septiembre 20 de 2002 asisto en Bogotá a la conmemoración del centenario del natalicio de la poetisa cubana Dulce María Loinaz –Premio Cervantes- que la escritora colombiana Flor Romero convoca. Flor es autora de 43 libros que ha publicado. Entre sus novelas están “Los sueños del poder”, “Los tiempos del deslumbramientos”, Malitziu la princesa regalada”, “Diosas de la tempestad”.
Los versos delicados y profundos de Loinaz me inundan…
“quien pudiera como el río, ser fugitivo y eterno”…
Otro recuerdo me aborda esa noche, esta vez es de Borinquen, la tierra del edén, cuando participé en los juegos centroamericanos universitarios de 1972. Es la estampa de la espléndida educadora puertorriqueña Julia de Burgos quien poema al río Grande de Loíza…
“quién sabe en qué aguacero de qué tierra lejana
me estaré derramando para abrir surcos nuevos;
o si acaso, cansada de morder corazones,
me estaré congelando en cristales de hielo”…
Esa noche, la del centenario de Loinaz, evoco al joropo “Dulce María”, que Miguel Ángel Martín le compone en 1961 a la bella Mariana Nieto Solano para sus 15 años y que yo interpreto, desde antes de mi consagración como el rey del joropo amacizado…
“Ya sé porqué mi corazón está alegre
Dulce María y tú tienes que saberlo
es que tú tienes la gracia
Dulce María de las palmas que en el llano
cuando se mecen airosas
en las noches de verano”…
Aquel entorno que propicia la evocación de la poetisa Loinaz, evoca una anécdota que andaba perdida en los vericuetos de mi memoria. En 1987, concursé desde Sarajevo con un ensayo de literatura latinoamericana, para participar en el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, de La Habana, Cuba, en julio de 1978. El ensayo –que fue escogido- estaba centrado en el drama del huasipungo que describe el gran escritor ecuatoriano Jorge Icaza y que analiza el maestro colombiano Antonio García Nossa.
Quise viajar desde Trieste, puerto sobre el Adriático al norte de Italia en límite con Eslovenia y Croacia, pero tuve que anticipar mi retorno en febrero. Ya en Colombia contacté a los coordinadores del viaje, entre ellos mi querido primo Jaime Parra López, que eran los directivos culturales del Partido Comunista.
Zarpamos desde Cartagena de Indias en el buque “20 Aniversario” de la Armada Cubana, el 23 de julio de 1978, con varios artistas renombrados como el cineasta Lisandro Duque Naranjo, la esbelta actriz Laura García, el dramaturgo Santiago García, la cantante Iliana, el jurista Carlos Gaviria, el dueto de los hermanos Escamilla, el conjunto de interpretación antropológica Yaki-Kandru con la hermosa voz del tenorino Jorge López y muchos otros grupos, que llevaba hacia La Habana a las delegaciones culturales de Colombia, Ecuador y Venezuela. Entre ellos viaja el grupo llanero de la recién fundada Universidad Tecnológica de los Llanos, dirigido por el arpista Enrique Orjuela, primo de Óscar Pabón.
Ya en el buque divagamos con Lisandro –consagrado director de cine- sobre los días en que éramos dos viejos lobos de mar y jugábamos con los fantasmas del Mar de los Sargazos y con los misterios del Triángulo de las Bermudas. Cuando el barco se hizo a la mar, el viejo lobo de mar que relata este cuento se marea berracamente, al punto de tener que permanecer acostado en su litera. Solo me levanto para tomar los alimentos, hacer las necesidades fisiológicas y asearme.
Todas las delegaciones se programaron para llegar a La Habana el 26 de julio y por ello, el barco detiene sus motores en las tres noches del viaje para que suenen tambores, tiples, rondadores, arpas, kiriquinchos y voces. Los grupos exaltan el arte popular de cada rincón de la geografía y el grupo llanero del joropo interpreta una versión instrumental. Pregunto por el cantante y me dicen que está mudo. Una afección en la garganta lo incapacita y debe cuidarse para el Festival.
Salto entonces como un araguato al improvisado escenario ubicado en la proa e indago al director, si tienen en el repertorio la canción Dulce María y a la respuesta afirmativa, le choco con ganas al canto. La hacen repetir dos veces y otras tantas en las dos noches siguientes. Soy así en ese instante y en el mar Caribe, con los delfines saltarines por compañía, una estrella fugaz de la canción latinoamericana.
Al amanecer me llevan al camarote un delicioso jugo helado de frutas servido con galletas y adornado con flores, como en un hotel de 5 estrellas. Durante todo el viaje recibo a mañana y tarde manjares de frutas exóticas con exquisitos aderezos, que los “mamertos y mamertas” juzgan como producto de un soborno a la tripulación.
La segunda tarde me reclama airada una líder del Partido Comunista y como está que se raja de lo buena, le digo que le cuento cómo es la vaina si se encarama a mi litera. Cuando se abalanza para aruñarme, tocan a la puerta: Un elegante y silencioso grumete porta el delicioso jugo helado, acompañado con ricas colaciones. Le digo a esa mamazota, tómese un poco, que yo ignoro porqué me lo envían, quizá sea porque me mareo. Sin convencerse, se jarta la mitad.
Cuando el barco atraca en La Habana y estoy en la escalerilla de salida, un tripulante me entrega con sigilo un papelito escrito a mano, con letra legible, el cual aún conservo, la cual dice…
“Señor Alberto, jilguero de mi canción. Usted, sin proponérselo me ha obsequiado una inmensa alegría y ha hecho de mi una mujer feliz. Quiero conocerlo, saber de usted y agradecerle por ese bello canto. Lo he mirado desde lejos cuando canta y usted, perdone, proyecta una imagen muy bella que me eriza. En travesía nos está prohibido hablar con los pasajeros. Pero, lo invito a degustar el mejor manjar de la isla, que es el que yo preparo, entre palmeras, arena y el son cubano. Lo espero ansiosa en la Habana Vieja, Calle Camagüey con Martí No. 10. Un beso tierno… Dulce María Cienfuegos”.
Supe así, la causa y la razón del envío de los jugos. Todavía me ronda la intención de probar ese ardiente fogón, pero el tiempo fue breve e implacable. Los compromisos literarios que tenía durante el festival y las espléndidas presentaciones de los artistas mejores del mundo, me ataron al delirio de esos días y no pude ir a la cita, propuesta por aquella inquietante marinera.
Durante el regreso a Cartagena, vuelven a llevarme el delicioso brebaje. Entonces me doy a la tarea de inquirir por mi benefactora Dulce María Cienfuegos. Por desgracia, ella se quedó en La Habana, pero supe que era una morena escultural que había sido múltiple campeona nacional de gimnasia y que ahora era la Comandante en Jefe de la Cocina del barco “20 Aniversario”. Tenía 27 años, ojos de culebra brava y una piel de ébano la protegía del yodo y del salitre.
Las “mamertas” del partido nunca creyeron que esa historia pudiese ser cierta, pero una de ellas se conduele de mi quietud obligada y se trepa a mi litera, para acompañarme a degustar esos y otros jugos y también para consolar mi cruel ocaso como viejo lobo de mar. Soporta estoica mi éxito con el joropo de Miguel Ángel Martín, mientras aprende que la quietud externa de las indias, hace infinito el encuentro más sublime de la tierra, porque su vientre, es un volcán contorsionado en erupción.
¡Qué vaina chico. Hoy, cómo añoro ese manjar que me perdí!
Colofón…
En marzo de 2008 retomo contacto con el otro lobo viejo de mar, mi gran amigo Lisandro Duque Naranjo y le remito este escrito. Me agradece por evocar esos recuerdos y me comenta su total aversión por aquella causa exegética, otrora emblema y paradigma de muchas de sus ilusiones.
Mi crónica se difumina en divagaciones de su nihilismo confeso, pero en mí su imagen de viejo lobo de mar, lo espléndido de su verbo y de su inteligencia analítica, me seducen, mientras empiezo a comprender que una inmensa nostalgia, esa que trae constantemente la vida, puede ser bendita.
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Los versos delicados y profundos de Loinaz me inundan…
“quien pudiera como el río, ser fugitivo y eterno”…
Otro recuerdo me aborda esa noche, esta vez es de Borinquen, la tierra del edén, cuando participé en los juegos centroamericanos universitarios de 1972. Es la estampa de la espléndida educadora puertorriqueña Julia de Burgos quien poema al río Grande de Loíza…
“quién sabe en qué aguacero de qué tierra lejana
me estaré derramando para abrir surcos nuevos;
o si acaso, cansada de morder corazones,
me estaré congelando en cristales de hielo”…
Esa noche, la del centenario de Loinaz, evoco al joropo “Dulce María”, que Miguel Ángel Martín le compone en 1961 a la bella Mariana Nieto Solano para sus 15 años y que yo interpreto, desde antes de mi consagración como el rey del joropo amacizado…
“Ya sé porqué mi corazón está alegre
Dulce María y tú tienes que saberlo
es que tú tienes la gracia
Dulce María de las palmas que en el llano
cuando se mecen airosas
en las noches de verano”…
Aquel entorno que propicia la evocación de la poetisa Loinaz, evoca una anécdota que andaba perdida en los vericuetos de mi memoria. En 1987, concursé desde Sarajevo con un ensayo de literatura latinoamericana, para participar en el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, de La Habana, Cuba, en julio de 1978. El ensayo –que fue escogido- estaba centrado en el drama del huasipungo que describe el gran escritor ecuatoriano Jorge Icaza y que analiza el maestro colombiano Antonio García Nossa.
Quise viajar desde Trieste, puerto sobre el Adriático al norte de Italia en límite con Eslovenia y Croacia, pero tuve que anticipar mi retorno en febrero. Ya en Colombia contacté a los coordinadores del viaje, entre ellos mi querido primo Jaime Parra López, que eran los directivos culturales del Partido Comunista.
Zarpamos desde Cartagena de Indias en el buque “20 Aniversario” de la Armada Cubana, el 23 de julio de 1978, con varios artistas renombrados como el cineasta Lisandro Duque Naranjo, la esbelta actriz Laura García, el dramaturgo Santiago García, la cantante Iliana, el jurista Carlos Gaviria, el dueto de los hermanos Escamilla, el conjunto de interpretación antropológica Yaki-Kandru con la hermosa voz del tenorino Jorge López y muchos otros grupos, que llevaba hacia La Habana a las delegaciones culturales de Colombia, Ecuador y Venezuela. Entre ellos viaja el grupo llanero de la recién fundada Universidad Tecnológica de los Llanos, dirigido por el arpista Enrique Orjuela, primo de Óscar Pabón.
Ya en el buque divagamos con Lisandro –consagrado director de cine- sobre los días en que éramos dos viejos lobos de mar y jugábamos con los fantasmas del Mar de los Sargazos y con los misterios del Triángulo de las Bermudas. Cuando el barco se hizo a la mar, el viejo lobo de mar que relata este cuento se marea berracamente, al punto de tener que permanecer acostado en su litera. Solo me levanto para tomar los alimentos, hacer las necesidades fisiológicas y asearme.
Todas las delegaciones se programaron para llegar a La Habana el 26 de julio y por ello, el barco detiene sus motores en las tres noches del viaje para que suenen tambores, tiples, rondadores, arpas, kiriquinchos y voces. Los grupos exaltan el arte popular de cada rincón de la geografía y el grupo llanero del joropo interpreta una versión instrumental. Pregunto por el cantante y me dicen que está mudo. Una afección en la garganta lo incapacita y debe cuidarse para el Festival.
Salto entonces como un araguato al improvisado escenario ubicado en la proa e indago al director, si tienen en el repertorio la canción Dulce María y a la respuesta afirmativa, le choco con ganas al canto. La hacen repetir dos veces y otras tantas en las dos noches siguientes. Soy así en ese instante y en el mar Caribe, con los delfines saltarines por compañía, una estrella fugaz de la canción latinoamericana.
Al amanecer me llevan al camarote un delicioso jugo helado de frutas servido con galletas y adornado con flores, como en un hotel de 5 estrellas. Durante todo el viaje recibo a mañana y tarde manjares de frutas exóticas con exquisitos aderezos, que los “mamertos y mamertas” juzgan como producto de un soborno a la tripulación.
La segunda tarde me reclama airada una líder del Partido Comunista y como está que se raja de lo buena, le digo que le cuento cómo es la vaina si se encarama a mi litera. Cuando se abalanza para aruñarme, tocan a la puerta: Un elegante y silencioso grumete porta el delicioso jugo helado, acompañado con ricas colaciones. Le digo a esa mamazota, tómese un poco, que yo ignoro porqué me lo envían, quizá sea porque me mareo. Sin convencerse, se jarta la mitad.
Cuando el barco atraca en La Habana y estoy en la escalerilla de salida, un tripulante me entrega con sigilo un papelito escrito a mano, con letra legible, el cual aún conservo, la cual dice…
“Señor Alberto, jilguero de mi canción. Usted, sin proponérselo me ha obsequiado una inmensa alegría y ha hecho de mi una mujer feliz. Quiero conocerlo, saber de usted y agradecerle por ese bello canto. Lo he mirado desde lejos cuando canta y usted, perdone, proyecta una imagen muy bella que me eriza. En travesía nos está prohibido hablar con los pasajeros. Pero, lo invito a degustar el mejor manjar de la isla, que es el que yo preparo, entre palmeras, arena y el son cubano. Lo espero ansiosa en la Habana Vieja, Calle Camagüey con Martí No. 10. Un beso tierno… Dulce María Cienfuegos”.
Supe así, la causa y la razón del envío de los jugos. Todavía me ronda la intención de probar ese ardiente fogón, pero el tiempo fue breve e implacable. Los compromisos literarios que tenía durante el festival y las espléndidas presentaciones de los artistas mejores del mundo, me ataron al delirio de esos días y no pude ir a la cita, propuesta por aquella inquietante marinera.
Durante el regreso a Cartagena, vuelven a llevarme el delicioso brebaje. Entonces me doy a la tarea de inquirir por mi benefactora Dulce María Cienfuegos. Por desgracia, ella se quedó en La Habana, pero supe que era una morena escultural que había sido múltiple campeona nacional de gimnasia y que ahora era la Comandante en Jefe de la Cocina del barco “20 Aniversario”. Tenía 27 años, ojos de culebra brava y una piel de ébano la protegía del yodo y del salitre.
Las “mamertas” del partido nunca creyeron que esa historia pudiese ser cierta, pero una de ellas se conduele de mi quietud obligada y se trepa a mi litera, para acompañarme a degustar esos y otros jugos y también para consolar mi cruel ocaso como viejo lobo de mar. Soporta estoica mi éxito con el joropo de Miguel Ángel Martín, mientras aprende que la quietud externa de las indias, hace infinito el encuentro más sublime de la tierra, porque su vientre, es un volcán contorsionado en erupción.
¡Qué vaina chico. Hoy, cómo añoro ese manjar que me perdí!
Colofón…
En marzo de 2008 retomo contacto con el otro lobo viejo de mar, mi gran amigo Lisandro Duque Naranjo y le remito este escrito. Me agradece por evocar esos recuerdos y me comenta su total aversión por aquella causa exegética, otrora emblema y paradigma de muchas de sus ilusiones.
Mi crónica se difumina en divagaciones de su nihilismo confeso, pero en mí su imagen de viejo lobo de mar, lo espléndido de su verbo y de su inteligencia analítica, me seducen, mientras empiezo a comprender que una inmensa nostalgia, esa que trae constantemente la vida, puede ser bendita.
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