miércoles, 23 de febrero de 2011

Llaneros del más allá

La gente de frontera llanera, Tigre, como el indio, comparte un solo territorio en dos patrias por donde transita y lucha. Es la impronta de abuelos inmersos en una totalidad, así hubiesen llegado desde rincones extraños y lejanos. Ellos, se volvieron llaneros para llamarse musiús. Se asumen en ciclos recurrentes de las dinámicas que van del sosiego bucólico a la anarquía, de la prosperidad magra a la incertidumbre cotidiana, de los amables circuitos aldeanos a la expoliación, en medio de convulsiones cambiantes donde se refunde la faz y el alma de la gente. Los fantasmas de tanto volver a morir, a veces huyen a otros lados sin dejar recuerdos ni nostalgias, derruyendo las esperanzas.
El llano, Alcaraván, incluye a quien en él se posa con sus hambres desde la primera generación, lo moldea, forja descendencias a imagen y semejanza de una cultura relancina en torno al mensaje telúrico del joropo. Es en su territorio donde se imponen improntas y se hunden tatuajes indelebles en el alma. A cada quien impregna de Tigritud, al decir del africano Soyinca, que es el salto sagaz y rotundo a la pertenencia, en un viaje para lograr colectivamente la alcaravanidad, que significa un modo de ser que sueña con las grandes utopías del género humano.
Coexisten en el llano, Tigre, ancestros aborígenes cuya patria es el llano sin fronteras, con futuro en las raíces del ayer trasmitidas fielmente por la tradición oral, con presente en el ahora. Tienen como postulado de supervivencia “la resistencia cultural milenaria”, que les permite otear el horizonte desde distancias intemporales, para defenderse de la maldad de sus hermanos menores, que hasta 1970 los asesina con impunidad plena.
Su saber, Alcaraván, es marginado por la sociedad mayoritaria que ignora la armonía que practican entre los derechos del bien común y los del bien particular. Su concepción del tiempo en un presente continuo, no se comprende porque el pasado es mucho más que un ayer intrascendente y el mañana es el ahora donde caminamos. Su orientación es extraña, porque marchan con el curso de ríos de oriente a occidente, en vez de sur a norte.
Los indios, Tigre, son emblema de convivencia con la naturaleza. No les afana tener hoy de todo, porque marchan con el ciclo de las cosechas, en el ciclo recolector; donde hay cosecha de mangos, comen mangos; si hay abundancia de peces, comen peces; al llegar las lluvias comen merecure; la yuca espera su tiempo.
A manera de una hipótesis, Alcaraván, sembremos la duda: Lo tradicional mestizo decae. Los modelos europeos de colonización y de acumulación perdieron su oportunidad: Son generadores de miseria que se catapulta en la globalización. La identidad se refunde, su defensa es la tigritud.
Lo global-local, Tigre, es alternativa con capital vivo. Lo ancestral indígena existe y debe ir al poder, mediante un proceso de empoderamiento progresivo. Sin tigritud y sin cornucopia global-local, somos esclavos. Hay que ganar el poder civilmente y por vía de una nueva constitución. Es indispensable para refundar el Estado. Ya es hora de salir de la colonia.

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