El tratadista guariqueño Adolfo
Rodríguez afirma que la unidad sabana-hombre-caballo es una utopía realizada,
que se construye a partir de la sólida economía de los hatos, los cuales
emergen como una realidad sociológica pese a la negación artera que durante la
colonia y la república, izaron en los llanos.
El crisol llanero se externaliza
como neoetenia con todos los elementos patrimoniales decantados, en el
portentoso laboratorio laboral de la vaquería, en el cual todos los oficios,
utensilios, instrumentos y expresiones folclóricas le pertenecen y representan.
La utopía del llanero realizada por
ancestros y forjada en la noche de los tiempos, se encuentra amenazada,
constreñida y moribunda. La invasión aleve a los Llanos es cruda, real, maciza,
cierta.
El proceso demoledor lleva
sustitución de los cantos relancinos por canciones de burdel, expulsión de
llaneros, la destrucción de los hatos y el acoso a la propiedad tradicional.
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