martes, 1 de noviembre de 2011

MAPIRIPÁN

Cuando Mapiripán levanta su cabeza, con los cultivos de oleaginosas –palma africana, jatropha e higuerilla- que lidera la empresa italiana POLIGROW, le cae el mazazo del engaño a la reparación de víctimas. Se cacarea que fue allá, pero no se dice que el delito lo cometió el colectivo de abogados José Alvear, a través de testaferros, que engañaron a la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, para hacerles girar grandes sumas de dinero a víctimas ficticias. Ellos se embolsillan más de la mitad. ¿Se corrompió la sal…? La OEA se lava las manos y dice que todo fue consultado con la Fiscalía y el Gobierno.
No solo asesinaron a los habitantes de ese marginal asentamiento al final de la Altillanura a orillas del Guaviare, sino que ahora le cuelgan una lápida, enlodando su verdad de esfuerzo y de progreso.
Mientras continuemos tragando entero tales holocaustos, defendiendo a los asesinos y birlando la justicia, la paz solo será una quimera y la sentencia de Saramago será premonitoria… “Colombia tiene que vomitar sus muertos”.

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