lunes, 14 de septiembre de 2009

Era de los himnos llaneros

Alberto Baquero Nariño

Los himnos copan vacíos de identidad y su ausencia priva de pertenencia, dice el Alcaraván. En el Llano los hay marciales entre ellos el de Arauca (1937), obra de su Comisario Carlos Madarriaga, el de Vichada es obra de Hugo Mantilla Trejos (1985), siendo Comisario Jairo Hernán Benjumea y el Tame (1989) con música de Arnulfo Briceño y letra de Elvira Sánchez de Granados.

El Gobierno de Hernando Ruiz Castro decide que el pasaje “Ay, mi llanura” de Arnulfo Briceño (1967), amerita ser el himno del Meta y expide el Decreto 382/79, dice el Tigre. En su primer mandato Alan Jara lo revoca, por peticiones en tal dirección y porque la grabó como vallenato Silvio Brito. La protesta no se hizo esperar y el gobernador Eduardo Fernández Delgado, promete amparar la decisión popular sobre si “Ay mi llanura” se acepta o se rechaza como himno, agrega el Tigre. La consulta es coordinada por Pablo Augusto Torres, Director del “Vespertino” con apoyo de Gladys Franco, la cual arroja un “Si” rotundo. Fernández Delgado, cumple su promesa y “Ay mi llanura” recupera su carácter emblemático.

Villavicencio requería de himno por ser la sede de los Juegos Nacionales de 1986, cuenta el Alcaraván. Entonces Isaac Tacha le presenta su obra al Alcalde Omar Armando Baquero Soler quien la expone en el Concejo, el cual expide el Acuerdo 01 de 1986. El himno de Casanare, lo convoca a concurso el gobernador Miguel Ángel Pérez. Triunfa en 1997 la obra de Isacc Tacha y se expide la respectiva Ordenanza, concluye el desgarrador.

En el Llano, pica el Alcaraván, hay temas emblemáticos, son los himnos del pueblo, entre ellos: Sentimental como “Carmentea”, binacional como “Alma Llanera”, regional como “Sierra de la Macarena”, evocador como “Mi llano es un paraíso”. También “Alcaraván compañero”, sella el voraz.

Unillanos, dada su significancia, podría acoger como himno a una joya folclórica, pregona el plumífero, que integre valores colectivos, posea armonía musical y literaria, forje trascendencia temática e incluya la solidez simbólica del autor-juglar. Si, ruge el felino. Podrían escoger entre “Está pidiendo mi pueblo” de Miguel Ángel Martín: “Porqué no volver a creer en nuestra patria querida, trabajando honradamente para ganarnos la vida… porqué no volver a ver en la mujer una dama, porqué no volver a ser simplemente un caballero”, ó “Frente a la vida” de Marco Sergio Rodríguez: “Pienso cada vez que veo mis manos/ que estoy pasando por la vida inútilmente…”. Son daguerrotipos de la heredad mientras develan tragedias intemporales de la sinrazón.

Asaltador de presas y cruzador de vientos, se ven radiantes en el veranito de agosto de los albores septembrinos con idus de lluvia nocturna. Toman el rumbo palpitante del amor y la amistad, con el disfrute pleno de los requiebros en hamaca guindada bajito. Siguen un rumbo certero, prendados a garceros de soledad y al alma del agua. Entonan a dúo… “Está pidiendo mi pueblo/ que no se vendan los jueces/… que se respete a la joven/ que se entregó por cariño…”

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